Desde que leí La Tabla Rasa, de Steven Pinker, he leído mucho sobre psicología evolucionista, y es la disciplina que más me ha ayudado a entender al ser humano. Por eso, cuando leo tuits como el del psicólogo Ramón Nogueras (y tantos otros), me revuelvo en mi silla. Hace tiempo que quería hablar sobre la psicología evolucionista y también sobre las pseudociencias, así que voy a aprovechar la oportunidad para hablar de ambas cuestiones intentando responder a la pregunta: ¿es la psicología evolucionista una pseudociencia? ¡Vamos a verlo!
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¿Qué es la psicología evolucionista?
En primer lugar vamos a ver qué es la psicología evolucionista sin meternos demasiado en harina. Como dice Nogueras, no hay que confundir psicología evolutiva con psicología evolucionista. La primera, estudia las fases psicológicas por las que pasa un ser humano a lo largo de su vida: infancia, adolescencia, juventud, etc. Mientras que la psicología evolucionista, de la que vamos a hablar hoy, trata de explicar por qué pensamos como pensamos y sentimos como sentimos. Es decir, de responder a la pregunta: ¿qué es lo que nos ha moldeado psicológica y emocionalmente? Para ello, usa la Teoría de la selección natural de Darwin para responder a preguntas importantes como ¿por qué los hombres buscan a mujeres bellas y las mujeres a hombres con recursos? o ¿por qué nos dan miedo las serpientes y no los ciervos? o ¿por qué los hombres entienden mejor los mapas y las mujeres hablan y escuchan más? o ¿por qué hay cierto tipo de arte que nos emociona más que otro? o ¿por qué las mujeres tienen más instinto cuidador con sus hijos que los hombres?
Son preguntas importantes, ¿no te parece? Durante mucho tiempo a estas preguntas se le dieron respuestas basadas en la educación que recibía cada individuo y en la cultura en la que estaba inmerso. Por ejemplo, si los hombres le dan más valor al aspecto físico que las mujeres, es porque han sido educados en una sociedad que promueve esos valores. Si hubiesen nacido en otra sociedad, el resultado sería diferente. Seguro que habrás escuchado muchas veces que los niños pequeños juegan con camiones y las niñas con muñecas porque se les ha educado así en casa y porque en los anuncios les influyen. Bien, pues la psicología evolucionista puso en cuestión esas afirmaciones que todavía se escuchan en la calle de forma habitual.
Por eso me atrajo esta disciplina, porque daba explicaciones diferentes, que bajo mi punto de vista eran más convincentes. En mi cabeza, tenía sentido que si todos los órganos del cuerpo humano habían sido diseñados por la evolución para adaptarse al medio y facilitar la supervivencia y la reproducción; el cerebro no podía ser diferente. Tenían que existir “módulos” ya preconfigurados al nacer que nos ayudasen a desenvolvernos en un mundo hostil sin necesidad de aprenderlo todo desde cero.
¿Qué es la pseudociencia y en qué se diferencia de la ciencia?
Ahora vamos a por la segunda pregunta clave: ¿qué es una pseudociencia y en qué se diferencia de una ciencia? Bien, intuitivamente la mayoría de nosotros somos capaces de diferenciarlas aunque no sepamos definirlas. La astrología, el feng shui, la homeopatía, la aromaterapia, la quiropraxia, el reiki, la grafología, los campos energéticos y el diseño inteligente son sólo unos pocos ejemplos de las docenas de pseudoterapias y pseudociencias que campan a sus anchas por el mundo confundiendo a millones de personas mientras mucha gente gana dinero con ellas.
Sin embargo, los ejemplos no son una definición, así que me lanzaré con una de mi propia cosecha. Las pseudociencias son un conjunto de prácticas y métodos que pretenden ser científicas pero que no lo son. Todas ellas forman asociaciones cuyos miembros organizan congresos, realizan estudios y dan formaciones (algunas a nivel universitario). Con todo esto buscan darle un barniz de ciencia a sus teorías y técnicas para dotarlas de mayor credibilidad. Por eso nos encontramos con masters de acupuntura y quiropraxia y con estudios de grafología en universidades “serias”. Esta fusión con el mundo académico consigue su cometido, no pocas veces me han dicho, para justificar su categoría científica, que en tal universidad se impartía un curso de homeopatía, o que la venden en las farmacias y por lo tanto algo de científica debe tener. Desgraciadamente, no es así.
Ahora que tenemos las definiciones básicas, el siguiente paso que debemos dar para saber si la psicología evolucionista es una ciencia, es comprobar si las personas que la investigan están usando o no los principios de la ciencia.
Las críticas a la psicología evolucionista
La psicología evolucionista es una rama de la psicología muy jóven. Podemos encontrar la semilla en la importantísima y controvertida obra Sociobiología, del biólogo Edward O. Wilson. A mediados de los 70, Wilson publicó este libro en el que principalmente hablaba de la vida social de las hormigas, pero que, en el último capítulo, sentaba los cimientos de la psicología evolucionista. En su obra magna, el entomólogo daba por primera vez una explicación biológica a los comportamientos sociales. Esto, en la época en la que fue publicado el libro fue tremendamente controvertido y varios colegas suyos lo pusieron a parir rayando el acoso. Sinceramente, viendo en lo que se han convertido algunas universidades americanas estos últimos años, ya no me sorprende en absoluto que científicos de primer nivel se dejen llevar por su ideología y dejen de comportarse como científicos cuando les tocan sus ideales. No obstante, he de reconocer que la primera vez que leí sobre el tema, no daba crédito hasta qué punto llegaron algunos para desprestigiar a Wilson.
Quizás te quedes extrañado; ¿por qué era tan peligroso proponer que algunos comportamientos sociales tienen su origen en la biología humana? Para muchos científicos sociales de esa época, la mente y por lo tanto la sociedad eran lienzos en blanco que se construían a través de la cultura y la educación. Parte de sus cimientos ideológicos dependían de esa idea.
Según sus creencias, afirmar lo contrario, había dado pie a ideas genocidas como la eugenesia Ya sabes, esa idea dantesca que tuvieron los nazis (y no solo ellos) con la que buscaban mejorar la raza aria eliminando a deficientes mentales, discapacitados, gitanos, judios y cualquier persona que no cumpliese con los requisitos arios. Para algunos, aceptar que hombres y mujeres somos diferentes en intereses, habilidades mentales, emociones y gustos puede dar pie a la discriminación de la mujer y la justificación del patriarcado. Estas creencias son erróneas ya que se basan en la falacia naturalista, es decir, en aceptar que como algo tiene origen natural, es bueno. En realidad se puede racionalizar cualquier cosa. Y cuando alguien quiere llevar a cabo una tropelía, utilizará cualquier libro, idea o creencia por absurda que sea.
Pues bien, esa resistencia feroz que comenzó con las críticas hacia la sociobiología se ha mantenido hasta hoy con más o menos fuerza. Ramón Nogueras es un ejemplo de esa resistencia, pero hay muchos otros. Algunos de los ilustres nombres que han criticado la psicología evolucionista son: el paleontólogo Stephen Jay Gould, el genetista Richard Lewontin, la socióloga Hilary Rose y el filósofo de la ciencia David J. Buller. Entre sus múltiples críticas figuran el uso de metodologías cuestionables (hipótesis a medida, teorías infalsables, demasiadas especulaciones…), un determinismo y reduccionismo biológico, sesgos neoliberales, el poco valor que se le da a la influencia cultural, etc, etc.
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Mi punto de vista sobre la cuestión
Personalmente creo que las críticas que se han hecho a la psicología evolucionista son positivas. De hecho, la ciencia consiste en eso: unos proponen unas teorías, métodos y evidencias y otros intentan derribarlos. Así, poco a poco, dando pasos hacia adelante y hacia atrás, se llega al verdadero conocimiento. El verdadero problema reside en sugerir que la psicología evolucionista es una pseudociencia, como el psicólogo Ramón Nogueras ha hecho. Pero no es el único; el genetista y filósofo Massimo Pigliucci, conocido por su divulgación sobre el estoicismo escribió un artículo en Skeptical Inquirer en el que criticaba duramente a la psicología evolucionista. Si bien no la tachaba de pseudociencia, lo insinuaba.
La psicología evolucionista es una ciencia joven que se encuentra ante grandes retos. El principal es que no es nada fácil saber cómo vivían nuestros ancestros hace cien mil o un millón de años, y la psicología evolucionista se basa en una premisa para desarrollar sus hipótesis: nuestros cerebros son muy similares a nuestros antepasados del Paleolítico. Si bien han cambiado sustancialmente durante nuestra historia evolutiva, esta historia tiene millones de años. Una de las tesis principales de la psicología evolucionista es que nos comportamos de determinado modo, porque hace cientos de miles de años, ese comportamiento era adaptativo y sólo consiguieron reproducirse los humanos que se comportaban de cierto modo, es decir, cuyo cerebro estaba “cableado” de determinada manera. Aunque a partir de la Revolución Agrícola el ambiente en el que vivimos sea radicalmente diferente, la biología de nuestro cerebro no ha podido seguirle el ritmo a la evolución cultural.
Por ejemplo, la psicología evolucionista postula que las mujeres son más selectivas a la hora de buscar pareja porque se juegan mucho cada vez que se aparean. Una mujer que da a luz invierte varios años de su vida en el embarazo, crianza y lactancia. Mientras, el hombre puede dejar preñada a una mujer y luego irse con otra. Eso reducirá las posibilidades de que su hijo salga adelante, pero no es imposible que lo haga. Según la psicología evolucionista los hombres son menos selectivos buscando pareja sexual (y más promiscuos) porque disponen de una estrategia perfectamente válida (de la que no dispone la mujer) que es dejar preñadas a muchas mujeres esperando que algunos de sus hijos salgan adelante aún si él no se ocupa de ellos. Esto no es un comportamiento premeditado, sino que la evolución ha “diseñado” el cerebro masculino para que tenga cierta tendencia a comportarse así.
Los críticos de la psicología evolucionista se quejan de que no sabemos cómo eran las relaciones entre hombres y mujeres en esas épocas lejanas ya que no tenemos evidencias fósiles suficientes. Por lo tanto, si no tenemos información suficiente, ¿cómo sabemos a qué medio se han adaptado nuestros cerebros? Los psicólogos evolucionistas están de acuerdo en que falta información, pero esgrimen que con lo que sabemos y estudiando sociedades tribales actuales con muy poco contacto con la civilización, podemos tener algunas aproximaciones útiles de cómo era el entorno de nuestros antepasados y qué comportamientos pudieron ser adaptativos.
Como ves, es un debate metodológico, frecuente en otras ciencias, entre los que buscan más rigor a costa de una mayor lentitud y los que prefieren avanzar rápido a costa de un mayor rigor. Nada nuevo bajo el sol. Como cualquier ciencia joven, la psicología evolucionista se topa constantemente con palos en las ruedas que le impiden avanzar. Mientras tanto, los más comprometidos, buscan formas de enfrentarse a los problemas usando nuevos métodos y mejorando los existentes. Pero claro, por cada solucionador de problemas habrá un crítico y también un aguafiestas. Para mí la diferencia entre el crítico y el aguafiestas es que el primero critica constructivamente para avanzar; tiene un deseo genuino de dar pasos hacia adelante. Mientras tanto, el aguafiestas no quiere progresar. Bien sea por ego, ideología o vete a saber qué, la cuestión es que lanza piedras en vez recogerlas.
Ahora que ya conocemos algunas de las críticas ante las que se encuentra la psicología evolucionista, y que sabemos de qué va, volvamos a la pregunta principal.
¿Es la psicología evolucionista una pseudociencia?
Si realmente estuviéramos ante una pseudociencia, no encontraríamos por ningún lado los métodos habituales que usa la ciencia: desarrollo de hipótesis basadas en teorías sólidas, experimentación, publicación de artículos en revistas prestigiosas, revisión de esos artículos, etc.
Al contrario de lo que mucha gente piensa, no existe “un método científico”. Existen muchos métodos y técnicas que usan las diferentes ciencias a conveniencia. Esos métodos y técnicas van evolucionando y dependen mucho de la idiosincrasia de cada ciencia. No podemos estudiar las sociedades como estudiamos los átomos. Normalmente tiende a pensarse que “las verdaderas ciencias” son la física, la química y la biología, ya que son las únicas con el rigor suficiente en sus métodos de observación, experimentación y verificación.
Sin embargo, eso es un error; las ciencias sociales son tan científicas como las ciencias exactas. Científicas en el sentido de que su objetivo es encontrar la verdad. Formulan hipótesis, las prueban y exponen los resultados ante sus colegas para que las cuestionen. Esa es la diferencia principal entre las ciencias y las pseudociencias. Las primeras están formadas por personas e instituciones que buscan la verdad y exponen constantemente sus teorías para que otros las pongan a prueba. Las pseudociencias no funcionan así. Para empezar porque muchas de sus teorías son infalsables. Es decir, no se pueden poner a prueba. Son tan vagas e imprecisas que no hay por dónde cogerlas. Otras veces sí son falsables, pero sus miembros no pretenden falsarlas, más al contrario dan por buenos dogmas sin ninguna evidencia que los apoye como que existe la energía qi o que la posición de los astros influyen en la forma de ser de las personas. Las pseudociencias no son más que un conjunto de dogmas barnizados de ciencia mediante el uso de jerga compleja e instituciones educativas que las blanquean.
La psicología evolucionista, consciente de sus limitaciones metodológicas, emplea la triangulación de pruebas para validar o refutar sus hipótesis. Esto significa que utiliza diversas fuentes de evidencia (como la antropología, la biología evolutiva, la psicología y la genética) para hacer inferencias sobre el pasado. Aunque no pueden verificar directamente cómo vivían nuestros antepasados, la convergencia de datos de distintas disciplinas refuerza las hipótesis propuestas. La psicología evolucionista utiliza todos los métodos estándar de investigación disponibles, como experimentos de laboratorio, observación, cuestionarios, técnicas fisiológicas, métodos genéticos y técnicas de neuroimagen. Además, también recurren a métodos menos habituales en la psicología, como comparaciones entre especies, registros etnográficos, arqueológicos y paleontológicos.
Otra de las características de las pseudociencias es que algunas de sus premisas principales no tienen sustento por ninguna teoría científica seria. Por ejemplo, el reiki fundamenta su curación en la energía qi, pero tal energía nunca ha sido descubierta. La homeopatía explica su efectividad por una supuesta memoria del agua que no tiene ninguna validez bajo los conocimientos actuales de la química molecular. La psicología evolucionista, por su parte, fundamenta sus hipótesis en una de las teorías científicas con mayor sustento que jamás ha sido declarada: La síntesis evolutiva moderna que integra la teoría de la selección natural de Darwin con la teoría genética de Mendel.
En resumen
En resumen, nunca deberíamos tomar la parte por el todo. Que haya malos estudios en psicología evolucionista, malas hipótesis, que algunos investigadores pequen de un exceso de especulación, no convierte a una disciplina tan importante y próspera en una pseudociencia. Insinuarlo y mancharla de ese modo va en contra del progreso científico y eso nos perjudica a todos. Si algunas personas sostienen ideologías que se sienten intimidadas por los avances de la psicología evolucionista, quizás deberían revisar sus creencias. O quizás deberían pararse a pensar en las diferencias entre el ser y el deber ser. Que un rasgo humano tenga un origen evolutivo no lo convierte en positivo ni en algo que deba protegerse. La ética es la que juzga la bondad o maldad de un comportamiento, no si éste es natural o no. Si, por un casual, la violación hubiera sido adaptativa en el pasado, eso no la justifica bajo ningún concepto.
Jimenez dice
Temática muy interesante. Escuché también la charla con Marcos Vázquez y espero que vengan más
Si bien entiendo el contexto, y la importancia de sesgos y motivaciones, bajo mi punto de vista no se aborda de pleno si se puede considerar una ciencia y porqué. Esto debe de ser independiente de si el método o proceso es o no más riguroso que el de otras pseudociencias (astrología, reikis y demás).
Me ha hecho recordar a un podcast reciente en el que un invitado de Joe Rogan cuestionaba que la ciencia climática fuese como tal una ciencia.
Como bien dices, no podemos confundir la parte con el todo, y ser exigentes con los criterios con los que evaluamos las cosas, si no corremos el riesgo de dar validez y reforzar nuestros sesgos y creencias.
Val Muñoz de Bustillo dice
Gracias Jiménez por tu comentario. Cuando dices: «Si bien entiendo el contexto, y la importancia de sesgos y motivaciones, bajo mi punto de vista no se aborda de pleno si se puede considerar una ciencia y porqué. Esto debe de ser independiente de si el método o proceso es o no más riguroso que el de otras pseudociencias (astrología, reikis y demás).» ¿cuáles según tu opinión son los criterios para considerarla una ciencia o no?
Saludos!
Jiménez dice
Diría que criterios generalmente aceptados son:
– Utilización del método científico
– Objetividad de los fenómenos
– Verificabilidad y reproducibilidad
– Sistematización y organización del conocimiento
– Carácter acumulativo del conocimiento