A menudo me sorprendía por la estupidez humana. No la de los tontos de nacimiento, sino la de los listos. Personas inteligentes, formadas y que aún así se comportan de forma estúpida y en contra de sus intereses.
El libro Pensar rápido, pensar despacio de Daniel Khaneman popularizó la influencia de los sesgos cognitivos en nuestros comportamientos irracionales, pero los sesgos no lo explican todo. Las investigaciones y el libro de Sendhil Mullainathan añaden otra importante pieza al puzzle: la escasez.
La escasez de dinero, de tiempo, de compañía, de comida, etc. provoca en todos nosotros una visión de túnel en la que solo vemos aquello que nos falta y necesitamos con urgencia. Vamos a explorar este fenómeno universal y relevante para entender el comportamiento humano.
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Los agricultores de la caña de azúcar a menudo reciben un solo pago anual por su cosecha. Antes de la cosecha no tienen dinero y necesitan pedir prestado. Después de la cosecha tienen un periodo de abundancia y viven con holgura. Sendhil y su equipo usaron tests de inteligencia y de autocontrol para medir sus capacidades cognitivas y ejecutivas antes y después de la cosecha. Los resultados fueron sorprendentes. Cuando su sensación de escasez era mayor el Coeficiente Intelectual era unos 10 puntos más bajo y cometieron un 15% más de errores en la prueba que medía su control ejecutivo. En otros estudios la caída de capacidades era todavía mayor.
Los experimentos conducidos por Mullainathan demuestran que la inteligencia fluida y el autocontrol no permanecen estáticos sino que disminuyen cuando sentimos escasez.
¿Cómo nos influye la escasez en nuestro día a día?
Drásticamente. Usamos la inteligencia fluida y el control ejecutivo en todas y cada una de las cosas importantes que hacemos a lo largo del día. Bueno, excepto cuando estamos en el sofá viendo el fútbol con una cerveza en la mano. Por ejemplo, usas tu inteligencia fluida cuando echas cuentas para ver cuánto te puedes gastar en las vacaciones. Y el control ejecutivo para evitar comerte una palmera de chocolate en vez de fruta para merendar.
La capacidad cognitiva está relacionada con hacer cálculos, resolver problemas, retener información, razonar con lógica, etc. Por su parte, el control ejecutivo está relacionado con inhibir impulsos, ser constante, planificar, ver más allá del corto plazo, etc.
Dado que la sensación de escasez reduce estas capacidades nos encontramos ante un asunto capital que necesitamos comprender.
La trampa de la escasez
Todos hemos oído alguna vez el dicho “dinero atrae a dinero y miseria atrae a miseria” o alguna de sus variantes. La cultura popular es sabia y la tesis de Mullainathan sobre el efecto de la escasez podría explicar parte del problema.
Hace años tenía un amigo, al que llamaré Juan, que estaba endeudado. No era mucho dinero, pero Juan estaba preocupado porque le habían surgido algunos gastos imprevistos. Le daba miedo no poder pagar su deuda y que le embargaran la casa. No podía pensar en otra cosa. Llegó un día en el que no podía pagar una de las letras del préstamo así que decidió pedir otro préstamo con un alto interés para poder pagarla, pensando que conseguiría un trabajo de fin de semana en breve. Pero ese trabajo no llegó y de repente se enfrentaba al pago de dos préstamos. Juan es una persona sensata y con estudios, nunca habría hecho algo así en circunstancias normales, pero no estaba en circunstancias normales, no podía pensar con claridad, no podía planificar, actuaba por impulso, el efecto de la escasez le hizo comportarse como un idiota. Sus padres, y yo mismo, intentamos hacerle recapacitar, le ofrecimos dinero, pero era orgulloso y no quería aceptarlo. Finalmente lo hizo y pudo ponerse al día y conservar la casa. Meses después me confesó lo estúpido que había sido, tenía la sensación de que todo había sido un mal sueño.
Juan no es un caso único, este tipo de comportamiento es algo habitual entre la gente que vive inmersa en la sensación de escasez. Se meten en un círculo vicioso en el que una mala situación les provoca actuar sin pensar lo que a su vez les hunde más en el pozo. Millones de personas permanecen años y décadas en esa trampa. Desde fuera su comportamiento puede parecer irracional, y en ocasiones lo es, pero es posible que nosotros hiciésemos lo mismo en una situación similar.
La pobreza no es solo una cuestión de dinero
Lo interesante de la tesis de Sendhil Mullainathan es que ha demostrado ser útil para otros tipos de escasez.
El ejecutivo no suele tener problemas de dinero, pero suele sentir que le falta el tiempo. Empalma una reunión con otra en un ciclo sin fin en el que se siente atrapado. ¿Te suena la frase “no tengo tiempo para pensar”? A mí sí, es muy habitual entre los directivos y mandos intermedios. Este caso parece distinto del de los agricultores de la caña de azúcar, al fin y al cabo, un ejecutivo podría plantarse y quitar reuniones de su calendario para dedicar tiempo a la estrategia y a resolver problemas complejos. Sin embargo, esto rara vez ocurre. La sensación de escasez provoca visión de túnel en el directivo y una y otra vez da un patadón hacia delante. Las consecuencias son retrasos sistemáticos en sus citas, reuniones mal preparadas y falta de planificación y estrategia. Justo lo que se supone que es su trabajo más importante, queda desplazado por su ajetreo de reuniones, e-mails e interrupciones. El ejecutivo sufre del mismo mal que el agricultor: menor capacidad cognitiva y menor control ejecutivo.
¿Alguna vez has hecho una dieta? ¿Qué tal te ha ido? Si eres como la mayoría, la habrás dejado en algún momento. Cuando adoptamos una dieta de repente, lo normal es sentir hambre. Nuestra mente pasa a estar ocupada por la comida a todas horas. ¿Resultado? Menor capacidad cognitiva y menor control ejecutivo. El control ejecutivo se encarga de inhibir los impulsos, como comer un helado de postre. Dado que la escasez disminuye el control ejecutivo… adivina el final de la historia. Los nutricionistas se van dando cuenta de esto, por eso comienzan a apostar por un cambio paulatino de la alimentación que nos evite pasar hambre y sentir que no podemos comer nada de lo que nos gusta.
¿Por qué ocurre esto?
Cuando sentimos escasez, nuestra mente lo ve como un riesgo y dice… «¿cómo puedo resolverlo?». Esto es bueno y adaptativo y por eso no podemos evitar preocuparnos. La mente reclama atención y recursos para ese riesgo inminente. Resalto lo de inminente porque la mente no se suele preocupar tanto por los riesgos del largo plazo. De hecho, sentir escasez tiene cosas positivas. A un cazador-recolector el hambre le pone las pilas para salir a cazar. Activa su motivación para mover el culo hacia el bosque. Cuando tenemos un examen al día siguiente, nos ponemos a hincar codos y nos cunde más que nunca. De repente, somos capaces de concentrarnos cuando hace unos días solo pensábamos en salir con los amigos al parque. Esa capacidad de atención maravillosa que surge de la escasez nos ha hecho estar donde estamos y debemos explotarla al máximo. La cara B de todo esto es que la focalización extrema nos impide ver más allá de nuestra preocupación inmediata.
Cuando algo ocupa nuestra mente todo el tiempo sufrimos de sobrecarga cognitiva, nuestra limitada memoria de trabajo está ocupada en una sola cosa por lo que casi no queda espacio para el resto: acordarnos de recoger a los niños, prestar atención a lo que me dice mi pareja o leer un libro.
La sobrecarga cognitiva tiene un efecto secundario puñetero: merma nuestro auto-control. Así que no solo me olvido de recoger a los niños sino que además me meto medio kilo de helado, falto a la clase de inglés y le grito a mi pareja por decirme que quizás debería tomarme unos días libres.
No caer en la trampa
Una vez dentro de la espiral de la escasez resulta difícil salir. Por eso, idealmente deberíamos evitar caer. En el caso de los agricultores, uno de los motivos de la persistencia de la escasez es que reciben un solo pago anual. El agricultor pasa de no tener nada a nadar en la abundancia y eso hace que gaste más de la cuenta y que gestione peor su dinero. Una forma de mitigar el problema sería metiendo el dinero en un depósito a un año que nos fuese liberando una parte del dinero cada mes. Cancelar el depósito supondría tener que pagar una comisión al banco, desincentivando sacarlo de golpe.
Para solucionar su problema de escasez de tiempo, el ejecutivo, podría utilizar una aplicación de calendario que dividiese su tiempo por en dos tipos de bloques. Por un lado los bloques azules para reuniones, gestión del correo y otras tareas menores. Por el otro, los bloques rojos en los que solo podrá dedicar tiempo a la estrategia, planificación, reflexión sobre asuntos importantes y resolución de problemas complejos. El ejecutivo asignaría un tiempo mínimo semanal a los bloques rojos y sus horas preferidas. Así, la aplicación evitaría que cayese en la trampa de la escasez evitando reuniones en momentos en los que debe enfocarse en pensar y planificar.
En ambos casos usamos la estrategia de tomar decisiones con anticipación y usar un agente externo que me obligue a seguir adelante con ellas. Se trata de conocer nuestras debilidades y no esperar a estar en el hoyo para tomar este tipo de medidas, porque entonces no lo haremos. Cuando tenemos tiempo, dinero y nos sentimos tranquilos y con la mente clara, es el momento para diseñar estas estrategias a pruebas de idiotas que nos eviten caer en la trampa de la escasez.
Esto también es aplicable a las políticas de ayuda humanitaria. Por ejemplo, un estudio demostró que las plantaciones de arroz en África occidental eran hasta un 44% menos productivas cuando no se arrancaban las malas hierbas. Sin embargo, muchos agricultores no las quitan a pesar de saberlo. En condiciones de escasez, hasta algo que sabemos que funciona puede quedar descuidado. Una APP que avise insistentemente a los agricultores de que deben quitar las malas hierbas de manera que no puedan obviarlo podría ayudar a mitigar el efecto de la escasez.
Usando la escasez a nuestro favor
Sabemos que nos concentramos más en algo cuando queda poco tiempo para entregarlo, y que si me queda poco dinero en la cuenta, lo gestionaré con más cuidado. En ese caso, ¿por qué no provocar una sensación de escasez artificial para mejorar mi concentración y gestionar mejor mi dinero?
Cuando planificamos un proyecto los hitos intermedios son tan o más importantes que el del final del proyecto. Nunca cumplirás la fecha de entrega de un proyecto si no creas un calendario de hitos intermedios con los que te comprometas completamente. Si tengo que desarrollar una aplicación para el 15 de septiembre, necesito hitos intermedios que provoquen sensación de escasez cada semana o cada 15 días. Cuanto más corto es el tiempo entre hitos mayor será mi foco en el proyecto, aunque también puede generar demasiado estrés y visión de túnel.
Con el dinero pasa lo mismo. Si tengo un sueldo mensual de 2000€ y necesito ahorrar para mi jubilación, lo mejor es calcular lo que necesito para vivir cada mes y programar una transferencia mensual que mueva el resto del dinero sin que yo tenga que hacer nada. Así, si necesito 1500€ cada mes, programaré una transferencia de 500€. Eso me obligará a gestionar mi dinero con cabeza porque sino, no llegaré a final de mes.
Conclusiones
Es necesario que empecemos a pensar en la percepción de escasez como un fenómeno importante para evaluar nuestro comportamiento y el de los demás. Cuando observes un comportamiento irracional puede ser por un sesgo cognitivo o por ignorancia, pero también puede ocurrir que la persona esté sumida en una sensación de escasez que haya mermado sus capacidades cognitivas y ejecutivas.
El descubrimiento de Sendhil Mullainathan es capital para entender los ciclos de pobreza, los comportamientos de los adictos y la razón por la que la mayoría de los ejecutivos no planifican..
Ponlo en práctica
Después de mi entrevista con Héctor Ruiz Martín me queda todavía más claro que leer no es suficiente para aprender, así que si quieres asimilar esta importante herramienta cognitiva, te propongo lo siguiente:
Dedica 10 minutos a pensar en tu vida. ¿Sientes escasez de tiempo, dinero, compañía, seguridad o cualquier otra cosa? ¿Hasta qué punto absorbe tu atención? ¿Te está pasando factura en tu trabajo o con tu familia?
Por otro lado, si en el pasado caíste en la trampa de la escasez, diseña estrategias financieras o de otro tipo para no volver a caer. Ya sabes que una vez dentro es más difícil salir.
Nota
Este artículo tiene pocas referencias a estudios porque la mayoría de los hechos presentados provienen del libro Escasez de Sendhil Mullainathan.
David Barrera dice
Grande el post! muy interesante el tema de crearnos esa falsa sensación de urgencia. Me pareció Top!.
Saludos!
Val Muñoz de Bustillo dice
Gracias por tu comentario, David!
Javier dice
¡Conocer esto me ha parecido especialmente útil!
Por ahora me quedo con algo simple como un nuevo hábito para desarrollar: «Establecer hitos intermedios en los temas importantes». Cuando algo está lejos, aún sabiendo que llegará, es fácil de ignorar por el día a día.
joapen dice
un artículo muy interesante, gracias!
Val Muñoz de Bustillo dice
Gracias Joapen!
Laura dice
Gracias por el post, me ha resultado muy interesante! Me ha dejado con una única duda: ¿dónde queda entonces aquel dicho tan común que dice “el hambre agudiza el ingenio”? Quizá no sea tan cierto como pensábamos. Un saludo!
Val Muñoz de Bustillo dice
Hola Laura!
Gracias por tu comentario. El refranero es sabio y no creo que en este caso se equivoque 🙂
En el apartado «Usando la escasez a nuestro favor» hablo un poco de esto. La sensación de escasez puede ayudarnos a enfocarnos mucho en algo. Incluso de forma enfermiza. Por lo tanto, si tienes hambre buscarás todos los medios para dejar de tenerla. El problema con eso es que todo lo que no esté en tu foco (el hambre) quedará fuera de tu visión. Y eso es peligroso. Además, cuando nos esforzamos demasiado en conseguir algo, a menudo es más difícil de conseguir. Piensa en alguien muy enamorado y obsesionado por conseguir que otra persona le quiera. Seguramente conseguirá justo lo contrario…
Saludos!
Lino Moinelo dice
De verdad que el artículo me ha parecido interesante pero algo me hacía estar incomodo, no me cuadraba. Finalmente, creo que sé lo que es: no es la «escasez» sino la «carencia». Un determinado tipo de carencia que te hace activar mecanismos atávicos emocionales de nuestro pasado evolutivo que en el mundo actual sirven para poco además de molestar.
La «escasez» o la «necesidad» provocan justo lo contrario de lo que dice el artículo: agudizan el ingenio, nos hacen ser más eficientes, más cuidadosos, menos impulsivos. El peligro de verdad, el que ni siquiera nos activa esos mecanismos de respuesta que aunque equivocado, al menos nos mueven a hacer algo, es la «abundancia». La que nos deja todo el día comiendo comida basura que tenemos en el supermercado a toneladas mientras vemos programas absurdos y truculentos en la televisión.
Saludos
Val Muñoz de Bustillo dice
Hola Lino:
Gracias por tu comentario.
En el artículo explico que la la escasez (o carencia si lo prefieres así) puede ayudar a enfocarte más en algo, pero también te hace perder de vista otras oportunidades de mejora, es decir, estás con visión túnel y no puedes ver más allá de lo que te preocupa. También comento en el artículo que la abundancia puede llevarnos a derrochar. Tanto la escasez como la abundancia tienen sus claros y oscuros 🙂
Saludos!