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PdP: Luces y sombras del Estado del bienestar

Política · 13/07/2024

Seguimos con la serie de Profundidades de la Política. He decidido usar las iniciales en el título para que no se alargue tanto. Si quieres ver artículos anteriores, los tienes aquí. En este artículo, voy a intentar responder a las siguientes preguntas:

  • ¿Fue el Estado del bienestar una idea socialista?
  • ¿Ha crecido demasiado el Estado del bienestar?
  • ¿Sirve el gasto público para reducir la desigualdad?
  • ¿Son los impuestos un robo o un mal necesario?
  • ¿Recibiremos pensiones en el futuro?
  • ¿A más impuestos menor crecimiento económico?
  • ¿Vivimos en un Estado del bienestar o del malestar como dicen algunos?

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Breve historia del Estado del bienestar

A finales del siglo XIX ya existían compañías aseguradoras privadas que ofrecían seguros de vida, de accidentes y de salud. Pero no mucha gente podía acceder a buenos seguros y poco a poco se fue extendiendo la idea de que era injusto dejar desprotegidos a los más desfavorecidos. Así se plantaba la semilla del llamado Estado del bienestar. Estos sistemas estatales de seguros se diseñaron para explotar hasta el extremo la economía de escala, cubriendo a todos los ciudadanos desde el nacimiento hasta la muerte. Tendemos a pensar en el Estado del bienestar como una invención de carácter socialista o, cuando menos, progresista. Pero en realidad, el primer sistema estatal obligatorio de seguro médico y pensiones de jubilación nació en Alemania y no fue una creación de la izquierda. El propósito de las leyes de seguridad social de Otto von Bismarck, como él mismo declararía en 1880, era “engendrar en la gran masa de los desposeídos el estado mental conservador que brota del sentimiento de tener derecho a una pensión”.

Habría que esperar a 1908 para que los ingleses siguieran el ejemplo de Bismarck, cuando el ministro de Hacienda liberal David Lloyd introdujo una modesta pensión estatal condicionada al nivel de ingresos para las personas de más de setenta años. Luego, en 1911, le siguió una Ley de Seguro Médico Nacional. Aunque era un hombre de izquierdas, Lloyd compartía la visión de Bismarck de que tales medidas eran una manera de ganar votos en un sistema en el que el sufragio estaba cada vez más extendido y el número de pobres superaba al de ricos.

Porcentaje de países europeos con regímenes de protección social, por tipo de seguros sociales

El seguro estatal tenía varias ventajas frente al privado. La primera es que potencialmente incluía a toda la población y por lo tanto era más justo con los desafortunados. En segundo lugar explotaba las economías de escala como ningún seguro privado podía hacer. Las economías de escala son una ventaja en costes que tienen las grandes empresas y estados frente a las pequeñas empresas. Por ejemplo, un artesano tendrá que fabricar vasijas decorativas a mano, porque no tiene dinero para invertir en una máquina. Por eso venderá cada vasija a un precio relativamente alto. Sin embargo, una empresa de tamaño medio-grande, podrá invertir en una máquina que haga el trabajo del artesano mucho más rápido, y por lo tanto, podrá vender las vasijas mucho más baratas.

Pero según el historiador Niall Ferguson, aunque el Estado del bienestar nació en Europa, la primera superpotencia de bienestar del mundo fue Japón, el país que llevó la idea más lejos y con mayor éxito. Su nacimiento en 1937 fue proporcionar una medida de protección a una nación que estaba en un estado de guerra total. Ferguson escribe en su libro El triunfo del dinero: “el objetivo era explícito: una población más sana garantizaría reclutas más saludables para las fuerzas armadas del Emperador”. Los seguros de salud, las pensiones y la vivienda pública comenzaron durante la guerra. Después, se creó un seguro de desempleo en un intento de proporcionar bienestar universal.

En sus inicios el sistema funcionó bien en Japón, porque era una cultura que valoraba la igualdad y la conformidad con las reglas. Además, la familia y los empresarios siguieron brindando un fuerte apoyo. Pero a partir de los años 90, Japón se enfrentó a varios problemas. En primer lugar, su economía estaba estancada. A eso hemos de sumarle la mayor esperanza de vida del mundo y una tasa de natalidad bajísima. La combinación de esos tres factores puso en riesgo el equilibrio económico del Estado. “Una vida más larga es una buena noticia para los individuos”, dice Ferguson, “pero una mala noticia para el estado de bienestar y los políticos que deben persuadir a los votantes para que lo reformen”. Esta historia nos suena a los españoles porque estamos en una situación similar. Con una esperanza de vida y unas tasas de natalidad similares a la japonesa y un gasto social que cada vez se come una proporción mayor de los presupuestos anuales.

Evolución de la esperanza de vida en España y Japón durante los últimos 150 años

Evolución de la tasa de nacimientos en Japón y España durante los últimos 70 años

Evolución del gasto público en Japón y España durante los últimos 60 años

Chile es un claro ejemplo de los riesgos económicos asociados con un Estado del bienestar mal gestionado. Durante el gobierno de Salvador Allende, el intento de financiar gastos sociales mediante la impresión de dinero llevó a una inflación descontrolada del 500% anual. Esta crisis evidenció los peligros de depender excesivamente de la creación de moneda.

Al verle las orejas al lobo, los países anglosajones adoptaron las ideas del economista Milton Friedman, quien argumentaba que la inflación se originaba en la emisión descontrolada de dinero. Tras el golpe de estado de 1973, Chile, bajo la dictadura de Augusto Pinochet, se convirtió en un campo de pruebas para estas teorías. Friedman y los “Chicago Boys”, un grupo de economistas chilenos formados en la Universidad de Chicago, asesoraron a Pinochet.

Las políticas recomendadas incluyeron la liberalización de la economía, la reducción del gasto público y el control de la emisión de moneda. Aunque estas medidas lograron reducir la inflación, también generaron desigualdades económicas y sociales significativas. Este caso subraya la importancia de equilibrar el gasto social con la estabilidad económica para evitar consecuencias adversas.

Evolución de la inflación chilena desde 1971

El impulsor clave de los cambios económicos en Chile fue el Ministro de Trabajo, José Piñera. Este antiguo estudiante de Harvard creía que la clave del éxito radicaba en restaurar el sentido de propiedad que el estado de bienestar había eliminado. ¿Cómo? Estableciendo un sistema en el que las personas contribuyeran a su propio fondo de pensiones privado. Se les ofreció a los trabajadores la opción de permanecer en el sistema anterior o cambiarse al nuevo; diez años después más del 70% había optado por el nuevo sistema privado. En general, la economía chilena experimentó una mejora económica drástica y una reducción considerable de la pobreza.

Evolución de la Renta Per Cápita desde 1960

Evolución de la pobreza extrema en Chile

¿Hasta qué punto ha crecido el Estado del bienestar desde principios del siglo XX?

Antes de la Primera Guerra Mundial, el tamaño de los estados occidentales era mucho más reducido que ahora. Los Estados del siglo XIX básicamente garantizaban la seguridad, las infraestructuras básicas y el cumplimiento de las leyes; poco más. Para hacernos una idea de lo que estamos hablando, cojamos el caso de Japón. En 1900 sólo el 1% de la producción del país del sol naciente se destinaba a gasto estatal. Por entonces, el estado no dedicaba ni un céntimo a ayudas sociales.

Nota: A partir de ahora cuando hable de gasto estatal incluiré todos los gastos del estado: defensa, sanidad, subvenciones, infraestructuras, pensiones, intereses de deuda, etc.

En ese momento, el país del mundo con mayor gasto estatal era Alemania, que como hemos dicho, fue pionera en el Estado del bienestar. Aún así, sólo gastaba un 17% de la producción total del país. Por comparar, en 2020 era un 50%. Aún así, la mayoría del gasto no era social, de hecho, sólo el 0,6% del gasto alemán de 1900 eran gastos sociales. En 2016 era un 25%.

Evolución del gasto estatal como % del Producto Interior Bruto desde 1900 en Japón y Alemania

Evolución del gasto social como % del Producto Interior Bruto desde 1900 en Japón y Alemania


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El gasto estatal ha crecido a gran velocidad desde la Segunda Guerra Mundial, principalmente en los países de altos ingresos, sobre todo, europeos. Obviamente, gran parte de este gasto se ha financiado subiendo los impuestos a los ciudadanos, aunque en las últimas tres décadas, esa subida se ha ralentizado. Y por supuesto, la deuda pública también ha supuesto una fuente importante de ingresos.

Evolución del gasto estatal como porcentaje del PIB de varios países desde la 2ª Guerra Mundial

Evolución de impuestos y seguridad social (como % del PIB) en la zona euro desde 1995

Evolución de la deuda pública en varios países desde 1995

¿Sirve el gasto público para reducir la desigualdad?

Hay quienes ven esto como un abuso. El Estado está saqueando a sus ciudadanos en nombre de una supuesta mayor igualdad y justicia social. ¿Pero es eso cierto? ¿El gasto público ha reducido la desigualdad?

Sin duda, lo ha hecho. Uno de los indicadores más utilizados para medir la desigualdad es el coeficiente de Gini. Este índice puede registrar valores entre 0 y 1. El cero correspondería a un país donde reina la igualdad absoluta; en el que todos los ciudadanos ingresarían exactamente lo mismo. El 1, tendría lugar en un país hipotético en el que todos los ingresos los recibiese una persona, y el resto no recibiera nada.

Para ver cómo influye el gasto público en la desigualdad, los economistas miden el coeficiente de Gini antes y después de los impuestos y las distintas ayudas estatales. El resultado en algunos países es espectacular. Por ejemplo, en España, en 2019 el coeficiente Gini era 0,49 antes de impuestos y 0,32 después de impuestos. En otros países europeos el resultado es similar. Sin embargo, en lugares como sudáfrica, con grandes desigualdades, los impuestos sólo las reducen ligeramente; de un 0,71 a un 0,62.

Para aquellos liberales que opinan que reducir la desigualdad no es lo importante, sino que debemos fijarnos en reducir la pobreza, las cifras también hablan por sí solas. Según Max Roser, economista de Our World in Data, el libre mercado, el capitalismo y la globalización, han tenido un gran peso reduciendo la pobreza extrema durante los últimos dos siglos, pero ni mucho menos han sido los únicos factores causales (ver artículo). El Estado del bienestar, los impuestos progresivos, las pensiones y las ayudas a los más desfavorecidos han sido la otra gran pata para el escape de la pobreza en los países que hoy se consideran ricos.

Si te enmarcas dentro de la tradición libertaria, seguramente pensarás que a pesar del impacto positivo, los impuestos y la redistribución de la renta son inmorales porque violan el principio fundamental de la propiedad privada. Según Robert Nozick, uno de los referentes de la filosofía liberal, los impuestos son extraídos a los ciudadanos mediante la coerción del Estado, y por lo tanto son ilegítimos e inmorales. Sólo las ayudas prestadas voluntariamente son moralmente adecuadas. Bajo este prisma, los resultados: menos desigualdad y pobreza no serían una razón suficiente para obligar a los ciudadanos a entregar, en muchos países, casi la mitad de su salario a las arcas del Estado.

Estimación del número de días que debe trabajar un empleado promedio para pagar sus impuestos cada año en diferentes países

El gran dilema moral

Estamos ante un dilema moral de difícil solución: ¿Está bien que el Estado le quite a la fuerza más de la mitad de sus ingresos a algunos ciudadanos para dárselo a otros que tienen menos?

Para algunos filósofos morales como John Rawls, sería lo justo. Nos guste o no, el lugar en el que nacemos determina en gran medida la vida que tendremos. Eso es fácil de ver cuando comparas el potencial de vida que tiene un keniata con el de un noruego. Pero pasa algo parecido dentro de un mismo país. Si naciste en una familia obrera del distrito de Vallecas, tendrás menos probabilidades de prosperar que si lo hiciste en una familia de rentistas del distrito de Chamberí en Madrid.

Dado que en gran medida es la suerte la que decide qué será de nuestras vidas, lo justo, según Rawls, es compensar a los menos afortunados. ¿Y qué otro modo hay de compensación si no es quitándoselo a unos para dárselo a otros?

En un mundo ideal, la redistribución sucedería por la propia generosidad y solidaridad de los más afortunados. De hecho, es algo que ya está ocurriendo con grandes multimillonarios como Bill Gates, Warren Buffet y otros filántropos. Sin embargo, ¿sería suficiente el altruismo para reducir la desigualdad y la pobreza?

Aún si llegamos a la misma conclusión a la que llegó Rawls y apoyamos el Estado del bienestar, una nube se cierne en el horizonte. La voracidad del Estado parece no saciarse en algunos países. Mayores impuestos, mayor deuda pública y mayor inflación para dar de comer al Leviatán. Si bien ciertos países han mantenido sus impuestos estables desde los años 80, otros (sobre todo en Europa) no han dejado de crecer. Y como los impuestos no pueden crecer indefinidamente, algunos países han empezado a complementarlos con una deuda pública cada vez mayor.

Evolución de los impuestos y seguridad social como porcentaje del PIB en varios países

Evolución del % de la deuda pública respecto al PIB de varios países

El problema de las pensiones

Somos bastantes los que decimos que sistemas de pensiones como el español, el italiano o el brasileño son insostenibles con las tendencias demográficas y el crecimiento económico esperado para las próximas décadas. Incluso los que apoyan el Estado del bienestar cuestionan las políticas de pensiones que están en vigor y muchos las tildan directamente de una estafa piramidal. Yo soy muy claro al respecto: no cuento con tener una pensión decente a mis 65-70 años. Es decir, creo que mis aportaciones a la Seguridad Social durante mi vida laboral van a exceder con mucho lo que recibiré cuando me jubile. Pero estoy obligado a cotizar.

Para asegurarme una vejez tranquila, durante las próximas dos décadas me enfocaré en invertir adecuadamente mis ahorros para no depender de una pensión pública. El problema, creo yo, es que todavía hay mucha gente que piensa que con la pensión pública le alcanzará y quizás con el tiempo se lleve una amarga sorpresa. No soy Rappel, así que sí, existe una remota posibilidad de que obtenga una buena pensión, pero, ¿a costa de qué? ¿De que los jóvenes carguen con muchos más impuestos? ¿Es eso justo?

Matriz de sostenibilidad y adecuación de los sistemas de pensiones de varios países

¿Mayores impuestos ralentizan el crecimiento económico?

Otra de las críticas que se hacen al Estado del bienestar y al gasto público que lo acompaña, es que trae consigo subidas de impuestos a las clases altas. Y dado que éstas suelen ser las que más invierten en nuevos proyectos, podría desincentivar el emprendimiento y ralentizar el crecimiento económico. Esto parece de sentido común, ¿no te parece? Si mañana me dicen que cuando duplique mis ingresos en vez de pagar un 30% de impuestos pagaré un 55%, ¿haré el esfuerzo para obtener unos pocos euros más o me conformaré con lo que tengo?

Bueno,  pero como ya sabrás si eres lector habitual de Polymatas, las cosas nunca son tan sencillas como parecen, y las explicaciones simples no suelen cubrir toda la complejidad. ¿Qué dicen los estudios empíricos sobre esta cuestión? ¿Realmente las subidas de impuestos ralentizan el crecimiento económico? Preguntando a Consensus, la IA que trabaja sobre artículos científicos, obtengo la siguiente respuesta:

“La relación entre impuestos y crecimiento económico depende del contexto. Mientras que los tipos más altos del impuesto de sociedades parecen reducir generalmente el crecimiento económico, los efectos de los impuestos sobre la renta de las personas físicas son menos claros y a menudo modestos. La estructura del sistema fiscal y el contexto específico en el que se aplican los impuestos desempeñan un papel crucial a la hora de determinar su impacto sobre el crecimiento. Los efectos no lineales sugieren que unos tipos impositivos moderados pueden tener un impacto mínimo, pero unos tipos más elevados pueden obstaculizar significativamente el crecimiento. En general, las políticas fiscales deben diseñarse cuidadosamente para equilibrar la generación de ingresos con los objetivos de crecimiento económico.”

Perplexity y Chat Gpt dicen algo similar. Por otro lado, algunos economistas, defensores del Estado del bienestar, creen que una menor desigualdad y unos impuestos bien invertidos podrían promover un crecimiento económico en el largo plazo.

Como ves, en todos estos temas tan complejos donde no hay consenso, cada cual arrima el ascua a su sardina y seguramente todos tengan un poco de razón.

¿Entonces vivimos en un Estado del bienestar o del malestar?

Las cosas no son blancas o negras. Por eso, no se debe ni rendir pleitesía al Estado del bienestar ni tampoco demonizarlo. No podemos negar que los países europeos, con grandes estados del bienestar, son algunos de los mejores lugares para vivir en el mundo. ¿Habrían sido mejores sin el desarrollo de los seguros sociales? ¿Habría habido mayor crecimiento económico? Quién sabe.

Tampoco considero positivo adoptar una postura acrítica respecto al aumento de los impuestos, la deuda y el Estado del bienestar. Que algo tenga un fin aparentemente noble no exime a los gobiernos de la sospecha de querer acumular cada vez más poder a expensas de la autonomía de los ciudadanos. Una sospecha que, como hemos visto en otros capítulos de Profundidades de la política, es completamente fundada.

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Archivado en: Política Etiquetado con: desigualdad, estado del bienestar, filosofía política, liberalismo, pensiones, política

Val Muñoz de Bustillo

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Comentarios

  1. Jose dice

    14/07/2024 en 14:56

    En cuanto que el aumento de los impuestos ralentiza el crecimiento es una gran verdad: los estados no crean riqueza sola la crean los emprendedores y lo hacen a traves de negocios exitosos donde funciona a pleno el concepto de interes compuesto. Cada impuesto que le cobras ralentizas y en el peor caso anulas dicho interes compuesto, por lo tanto el capitalista no crece o crece lentamente y en consecuencia el pais.

    Responder
    • Val Muñoz de Bustillo dice

      15/07/2024 en 12:02

      Hola Jose:

      Eso pensaba yo, pero lo datos empíricos, como cuento el artículo, son mucho más complejos y matizados.

      Saludos y gracias por tu comentario.

      Responder

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