En defensa de la Ilustración comienza con dos citas que marcan el guión del resto de la obra. La primera es del filósofo Baruch Spinoza:
“Aquellos que están gobernados por la razón no desean para sí mismos lo que tampoco desean para el resto de la humanidad.”
y la segunda del físico David Deutsch:
“Todo aquello que no esté prohibido por las leyes de la naturaleza es alcanzable dado el conocimiento adecuado.”
Spinoza dejó claro que razón y ética van de la mano y que no puede separarse una cosa de la otra. Por otro lado, David Deutsch nos provoca con la idea de que todo es posible mientras no rompamos las leyes de la física.
Estos son dos pilares importantes de la tesis de Pinker: si usamos más la razón, seremos mejores personas y si algo se puede hacer, en el contexto adecuado encontremos la forma de hacerlo.
Para resumir este monumental libro, lo haré siguiendo el orden marcado por el autor:
- Primera parte. La Ilustración
- Segunda parte. El progreso (solo disponible en La Biblioteca Polymata)
- Tercera parte. Razón, ciencia y humanismo (solo disponible en La Biblioteca Polymata)
Si quieres verlo o escucharlo, a continuación te incluyo el vídeo y el podcast de la primera parte del resumen. Si prefieres leerlo, continúa. Si tienes Kindle te recomiendo que uses la extensión de Chrome Push to Kindle, ya que es un texto largo y te resultará más cómodo. Empecemos.
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La Ilustración
Tras explicar el funcionamiento de la mente prescindiendo de la idea de alma, una alumna le preguntó a Steven Pinker: ¿Entonces, por qué debería vivir? A lo que este respondió:
“En el acto mismo de hacer esa pregunta, estás buscando «razones» para tus convicciones, de modo que estás comprometida con la razón como medio para descubrir y justificar lo que es importante para ti. ¡Y existen tantas razones para vivir! Como ser «sintiente», consciente y capaz de sentir, posees el potencial para «florecer». Puedes refinar tu propia facultad racional aprendiendo y debatiendo. Puedes buscar explicaciones del mundo natural a través de la ciencia, y la comprensión de la condición humana a través de las artes y las humanidades. Puedes sacar el máximo partido de tu capacidad de sentir placer y satisfacción, que permitió a tus antepasados prosperar y, por ende, te permitió llegar a existir. Puedes apreciar la belleza y la riqueza del mundo natural y cultural. Como heredera de miles de millones de años de vida que se perpetúa, puedes perpetuar a tu vez la vida. Has sido dotada de un sentido de compasión o empatía (sympathy) —la capacidad de querer, amar, respetar, ayudar y mostrar bondad— y puedes gozar del don de la benevolencia mutua con amigos, familiares y compañeros. Y dado que la razón te dice que nada de esto es exclusivamente «tuyo», tienes la responsabilidad de proporcionar a otros lo que esperas para ti misma. Puedes fomentar el bienestar de otros seres «sintientes» promoviendo la vida, la salud, el conocimiento, la libertad, la abundancia, la seguridad, la belleza y la paz. La historia demuestra que, cuando sentimos compasión o empatía hacia otros y aplicamos nuestro ingenio a la mejora de la condición humana, podemos progresar al hacerlo, y tú puedes contribuir a continuar ese progreso.“
Han pasado más de 200 años desde que comenzase la Era de la Ilustración. Sus frutos son incuestionables aunque muchos sean incapaces de apreciarlo. Pinker lo explica así:
“Damos por sentados sus dones: recién nacidos que vivirán más de ocho décadas, mercados rebosantes de alimentos, agua limpia que aparece con un chasquido de dedos y residuos que desaparecen con otro, píldoras que eliminan una infección dolorosa, hijos que no son enviados a la guerra, hijas que pueden caminar por las calles con seguridad, críticos de los poderosos que no son encarcelados ni fusilados, los conocimientos y la cultura mundiales accesibles en el bolsillo de una camisa.”
Durante cientos de miles de años lo cotidiano fue el hambre, la guerra, la escasez y la enfermedad. Lo que hay que explicar es la abundancia y la riqueza, no la escasez y la enfermedad; ambos inseparables de la condición humana.
Ahora que muchos olvidan los regalos que nos han legado los valores ilustrados: ciencia, razón, humanismo y progreso, es más importante que demos la batalla de las ideas a aquellos que quieren destruirlos.
Los ideales de la Ilustración son producto de la razón. Y está siempre está en conflicto con parte de la condición humana: la lealtad a la tribu, la deferencia a la autoridad, el pensamiento mágico o la culpabilización a los malhechores por los infortunios.
Ambos extremos del espectro político están de acuerdo en el fracaso de las instituciones de la modernidad y creen que solo un cambio radical solucionará el problema. Mientras tanto, los defensores de los valores ilustrados somos tímidos: ha llegado el momento de hacernos oír y defender con valentía las ideas e instituciones que nos han permitido vivir en la mejor época de la historia.
¡Atrévete a saber!
En su libro El comienzo del infinito, David Deutsch sigue los pasos de Kant afirmando que si nos atrevemos a saber es posible el progreso en todos los campos: científico, político y moral:
“El optimismo (en el sentido que yo he defendido) es la teoría de que todos los fracasos —todos los males —, se deben a un conocimiento insuficiente […]. Los problemas son inevitables, porque nuestro conocimiento siempre estará infinitamente alejado de la completitud. Ciertos problemas son arduos, pero es un error confundir los problemas arduos con problemas de improbable resolución. Los problemas son solubles y cada mal particular es un problema que puede ser resuelto. Una civilización optimista está abierta a la innovación y no la teme, y se basa en las tradiciones de la crítica. Sus instituciones siguen mejorando, y el conocimiento más importante que encarnan es el conocimiento de cómo detectar y eliminar los errores.”
Razón
De los cuatro temas que sobresalen en la Ilustración: razón, ciencia, humanismo y progreso, el más importante es la razón. Para el autor es tan importante que dedicó su último libro Racionalidad por entero a la cuestión.
En el momento en el que buscas la verdad y das razones, estás usando la razón. Si estás justificando, estás usando la razón. Si crees que alguien debería creer algo, también estás usando la razón, te estás implicando con la razón y estás intentando ceñirte a unos estándares objetivos.
La razón está en contra de la fé, del dogmatismo, del pensamiento mágico y de la autoridad carismática. Sólo desafiando a la insensatez podemos confiar en derrotarla.
No hay que confundir la defensa de la razón con la idea ingenua de que todos somos racionales en todo momento. El pensamiento racional deliberado es importante porque a menudo nos dejamos llevar por nuestras pasiones que nos abocan hacia un comportamiento irracional.
Ciencia
La ciencia refina la razón. La revolución científica, que surgió 150 años antes del Siglo de las Luces, fue el inicio del escape de la ignorancia y del error. Antes de ella, en la Edad Media el pensamiento mágico dominaba al pueblo. El sociólogo Robert Scott lo explica así:
«la creencia en que una fuerza exterior controlaba la vida cotidiana contribuía a una suerte de paranoia colectiva»: Tormentas, truenos, relámpagos, ráfagas de viento, eclipses solares o lunares, olas de frío, períodos de sequía y terremotos se consideraban signos y señales del descontento de Dios. En consecuencia, los «duendes del miedo» moraban en todos los reinos de la vida. El mar se convirtió en un reino satánico y los bosques estaban poblados por bestias de rapiña, ogros, brujas, demonios y ladrones y asesinos sumamente reales […]. De noche el mundo también estaba repleto de augurios que presagiaban peligros de toda índole: cometas, meteoros, estrellas fugaces, eclipses lunares y aullidos de animales salvajes”
Para los pensadores ilustrados, la huida de la ignorancia y la superstición mostraban cuán equivocada podía estar nuestra sabiduría convencional, y hasta qué punto los métodos de la ciencia (el escepticismo, el falibilismo, el debate abierto y la comprobación empírica) constituyen un paradigma de cómo lograr el conocimiento fiable. Ese conocimiento incluye una cierta comprensión de nosotros mismos. La necesidad de una «ciencia del hombre» era un tema que unía a pensadores ilustrados que discrepaban acerca de otros muchos asuntos, incluidos Montesquieu, Hume, Smith, Kant, Nicolas de Condorcet, Denis Diderot, Jean-Baptiste d’Alembert, Jean-Jacques Rousseau y Giambattista Vico.
Humanismo
Los pensadores de la Era de la Razón veían la necesidad de dotar a la moral de una base secular. Con ello pusieron los cimientos de lo que hoy llamamos humanismo, que privilegia el bienestar de hombres, mujeres y niños individuales por encima de la gloria de la tribu, la raza, la nación o la religión. Son los individuos, no los grupos, los que son «sintientes»: los que sienten placer y dolor, satisfacción y angustia.
Afortunadamente, la naturaleza humana nos prepara para responder a esa llamada. Ello se debe a que venimos de serie con el sentimiento de la compasión. Dado que estamos equipados con la capacidad de empatizar con los otros, nada puede impedir que el círculo de la compasión se expanda desde la familia y la tribu hasta incluir a toda la humanidad. Especialmente a medida que la razón nos incordia con la idea de que no hay nada especial en nosotros o en los nuestros que merezca un trato diferente. Desembocamos así en el cosmopolitismo: la aceptación de nuestra ciudadanía en el mundo.
Los pensadores ilustrados no se limitaron a condenar la violencia religiosa, sino también las crueldades seculares de su época, incluidas la esclavitud, el despotismo, la ejecuciones por delitos menores y los castigos sádicos tales como la flagelación, la amputación, el empalamiento, el destripamiento, el despedazamiento en la rueda y la quema en la hoguera. La Ilustración se designa a veces como la «revolución humanitaria», debido a que condujo a la abolición de las prácticas bárbaras que habían sido habituales en las distintas civilizaciones durante milenios.
Pinker piensa que si hacemos un seguimiento de nuestras leyes y costumbres, pensamos en formas de mejorarlas, las probamos y mantenemos aquellas que mejoran las condiciones de la gente, podemos convertir progresivamente el mundo en un lugar mejor. El progreso debe ir de la mano del humanismo, sino, no es progreso.
Al contrario que las utopías diseñadas por tecnócratas y planificadores del siglo XX, la Ilustración no pretende cambiarlo todo desde cero ni hacer ingeniería social. Más bien, confía en la creación paulatina de instituciones como los gobiernos, las leyes y los mercados que nos protegen de la parte más oscura de la naturaleza humana al tiempo que potencia la más luminosa. En este sentido, el documento clave de la Ilustración es la Declaración de la Independencia de los EEUU del 4 de julio de 1776.
En la Ilustración encontramos asimismo el primer análisis racional de la prosperidad. Su punto de partida no era cómo se distribuye la riqueza, sino la cuestión previa de cómo llega a existir esta. El capitalismo que surge de forma espontánea y es teorizado por Adam Smith, se basa en la división del trabajo y en la cooperación de personas y empresas que deciden intercambiar bienes y servicios libremente. El intercambio puede conseguir que la sociedad entera no solo sea más rica, sino también más amable, ya que en un mercado efectivo es más barato comprar las cosas que robarlas y las otras personas son más valiosas para ti vivas que muertas.
“Aunque los intelectuales suelen partirse de risa cuando leen una defensa del capitalismo, los beneficios económicos de este son tan evidentes que no necesitan ser demostrados con cifras. Pueden verse literalmente desde el espacio. Una fotografía de Corea, tomada desde un satélite, que muestra el sur capitalista inundado de luz y el nortecomunista como un pozo de oscuridad ilustra vívidamente el contraste en la capacidad de generación de riqueza entre ambos sistemas económicos, manteniendo constantes la geografía, la historia y la cultura.”
En cuanto a las guerras, la Ilustración da carpetazo a la idealización de la conquista, ahora la guerra ya no se consideraba un castigo divino que había que soportar, ni una gloriosa competición que había que ganar y celebrar, sino un problema que era preciso mitigar y solucionar algún día. En Sobre la paz perpetua, Kant presentaba medidas que disuadirían a los líderes de arrastrar a sus países a la guerra. Junto con el comercio internacional, recomendaba las repúblicas representativas (lo que nosotros llamaríamos democracias), la transparencia mutua, las normas en contra de la conquista y la injerencia interna, la libertad de viajar y una federación de Estados que juzgaría las disputas entre ellos.
Aún con toda su sabiduría, los pensadores ilustrados no tenían el conocimiento que tenemos hoy sobre la naturaleza humana y el progreso. No entendían cómo la entropía oponía resistencia a toda creación y orden, tampoco sabían que el ser humano era producto de la evolución y que habíamos desarrollado capacidades y comportamientos adaptados a un pasado prehistórico. Y por supuesto, no entendían cómo el cerebro procesa la información y manda órdenes al cuerpo para combatir la entropía.
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Entro, evo, info
Entropía
La segunda ley de la termodinámica es la ley más importante para entender el universo. La materia tiene muchos más estados sin orden que con él, por lo que, por pura probabilidad, el universo tiende siempre hacia el desorden. Y claro, esto nos incluye a nosotros. Es decir que hay muchas más cosas que pueden ir mal que cosas que pueden ir bien. Pinker lo expone muy gráficamente en este párrafo:
“Nuestros cuerpos son ensamblajes improbables de moléculas y mantienen ese orden con la ayuda de otras improbabilidades: las escasas sustancias que pueden nutrirnos, y los escasos materiales en las escasas formas que pueden vestirnos, protegernos y mover las cosas a nuestro gusto. La mayor parte de las disposiciones de la materia que se encuentran en la Tierra carecen de utilidad para nosotros, de suerte que, cuando las cosas cambian sin que un agente humano dirija el cambio, es probable que cambien para peor. La Ley de la Entropía es ampliamente reconocida en la vida cotidiana en dichos como: «Todo se desmorona», «Así es la vida», «Si algo puede salir mal, entonces saldrá mal»”
Una de las razones por las que el cosmos está lleno de cosas interesantes es por el fenómeno de la autoorganización. Esto genera “orden”: esferas, remolinos, cristales, fractales… y lo más interesante de todo, los seres vivos.
Información
La información que podemos usar los seres vivos depende de lo que recojan nuestros sentidos y los patrones que puedan distinguir nuestros cerebros. Dos ejemplos de patrones útiles para un ser humano serían una bola de color rojo (una fruta) deliciosa y lista para comer o un ser alargado que repta (una serpiente) de la que probablemente haya que huir. Pinker describe así la transformación de los sucesos del mundo en información lista para usar.
“Cuando el oído transforma el sonido en excitaciones neuronales, ambos procesos físicos (la vibración del aire y la difusión de iones) no podrían ser más diferentes. Pero gracias a la correlación entre ellos, el patrón de la actividad neuronal del cerebro del animal lleva información sobre el sonido en el mundo.”
Gracias al cerebro, y su inteligencia, podemos deducir las leyes físicas del universo a través de la información que nos llega por nuestros sentidos, lo que a su vez, nos permite hacer predicciones útiles de lo que va a pasar a continuación. El conocimiento son patrones neuronales que tienen relación con patrones físicos del mundo exterior.
Los humanos nos especializamos en el nicho cognitivo, también llamado nicho cultural. Este se caracteriza por una serie de habilidades:
- Capacidad de manipular los modelos mentales del mundo y de predecir lo que sucedería si uno probase cosas nuevas
- Capacidad de cooperar estrechamente con otros, logrando en equipo lo que una persona era incapaz de conseguir
- El lenguaje, que les permitía coordinar sus acciones y compartir el conjunto de destrezas y normas que hoy llamamos culturas
Estas habilidades ayudaron a los primeros homínidos a vencer las defensas de una amplia gama de plantas y animales, y recoger los frutos en forma de energía, que estimulaba sus cerebros en expansión, proporcionándoles todavía más conocimientos y acceso a más energía.
Es decir, que lo que convierte al Homo Sapiens en una especie extraordinaria es su enorme cerebro; necesario para recopilar más información sobre el mundo, razonar de una manera más sofisticada y desplegar un mayor número de acciones para conseguir sus objetivos. Con el conocimiento evitamos la entropía y con la acumulación de energía apuntamos hacia el progreso. Ya en el Paleolítico, la agricultura nos facilitó la acumulación de más alimentos (calorías) lo que ayudó a liberar tiempo para el pensamiento, la escritura y la acumulación de ideas. En la bellas palabras de Pinker:
“La energía canalizada por el conocimiento es el elixir con el que evitamos la entropía.”
En la Era Axial, hace unos 2500 años, el número de calorías aumentó todavía más; de ahí salieron los primeros grandes pensadores: Confucio, Buda, Pitágoras, etc. 2000 años después, la Revolución Industrial fue una nueva explosión de energía que permitió la escapada del hambre, la enfermedad y el analfabetismo.
En definitiva, tenemos un círculo virtuoso entre energía y conocimiento (o innovación). Cuanta más innovación, más energía disponible, y cuanta más energía disponible, más personas podrán innovar.
Evolución
“La evolución nos ha dejado con otra carga: nuestras facultades cognitivas, emocionales y morales están adaptadas a la supervivencia individual y a la reproducción en un entorno arcaico, no a la prosperidad universal en un ambiente moderno. Para apreciar esta carga, no es preciso creer que seamos hombres de las cavernas fuera de tiempo, solo que la evolución, con su límite de velocidad medido en generaciones, no fue capaz de adaptar nuestro cerebro a la tecnología y las instituciones modernas. Los humanos actuales dependemos de facultades cognitivas que funcionaban suficientemente bien en las sociedades tradicionales, pero que hoy vemos plagadas de errores. Las personas son por naturaleza analfabetas e incompetentes en el cálculo; cuantifican el mundo contando «uno, dos, muchos» y con burdas estimaciones. Entienden las cosas físicas como dotadas de esencias ocultas que obedecen las leyes de la magia simpática o el vudú más que de la física y la biología (…). Creen que las palabras y los pensamientos pueden influir en el mundo físico mediante las plegarias y las maldiciones. Subestiman la prevalencia de la coincidencia. Generalizan a partir de muestras insignificantes, especialmente de su propia experiencia, y razonan mediante estereotipos proyectando las características típicas de un grupo sobre cualquier individuo perteneciente.”
En este magnífico fragmento, Pinker narra cómo la evolución no nos ha preparado para la vida moderna. Ese desacompasamiento entre nuestra biología y nuestra cultura moderna es el origen de muchas de las fallas que observamos hoy en nuestros pensamientos y comportamientos. Nuestros instintos morales son de una época en la que convivíamos con unas pocas decenas de personas, muchas de las cuales eran parientes. Ahora vivimos rodeados de millones de personas desconocidas en espacios muy reducidos (las ciudades). Este es uno de los grandes retos de nuestra especie y que hemos resuelto en gran parte gracias a la Ilustración.
Esta convivencia pacífica se ve amenazada por nuestra tendencia innata a competir por los recursos. Cada individuo “quiere” que sus genes prosperen y hará lo posible porque lo hagan aunque sea a costa de “los otros”. Eso nos predispone al conflicto. La vida está llena de competición y de parasitismo, aunque también de seres que cooperan entre sí para salir adelante.
Por suerte, la evolución también nos ha dotado habilidades para trascender estas limitaciones:
- Abstracción. Causa-efecto, formulación de teorías y leyes, uso de metáforas y analogías
- Capacidad cognitiva recursiva y combinatoria
- Lenguaje. Permite transmitir las abstracciones. Potenciada por la escritura, imprenta, digitalización…
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“Cuando se forjan comunidades vastas y conectadas, estas pueden idear formas de organizar sus asuntos que beneficien mutuamente a sus integrantes. Aunque todo el mundo quiere tener la razón, tan pronto como los individuos comienzan a airear sus visiones incompatibles se torna evidente que no todos pueden tener razón acerca de todo. Además, el deseo de tener razón puede chocar con un segundo deseo, el de conocer la verdad, que es primordial para los testigos de una discusión que no están comprometidos con ninguno de los contendientes. De este modo, las comunidades pueden idear reglas que permitan que surjan las creencias verdaderas a partir de las turbulencias de la discusión, tales como que tienes que aportar razones para tus creencias, puedes señalar los defectos en las creencias ajenas y no puedes hacer callar a la fuerza a quienes no estén de acuerdo contigo.”
La ciencia es un conjunto de estas reglas. Reglas que descansan en la idea de que debes permitir que el mundo te demuestre si tus creencias son verdaderas o falsas. Con las reglas adecuadas, una comunidad puede desarrollar pensamientos racionales aunque sus miembros no sean plenamente racionales.
Por lo tanto, la naturaleza humana, pese a todos sus defectos, contiene la semilla de su propio perfeccionamiento, siempre y cuando se pongan normas que canalicen los intereses particulares hacia los beneficios universales. Entre estas normas figuran la libertad de expresión, la no violencia, la cooperación, el cosmopolitismo, los derechos humanos y el reconocimiento de la falibilidad humana; y entre las instituciones están la ciencia, la educación, los medios de comunicación, el gobierno democrático, las organizaciones internacionales y los mercados. No por casualidad estas fueron las principales creaciones de la Ilustración.
Pese a su probado éxito, desde la década de 1960 se ha producido la quiebra de las instituciones de la modernidad, y en la segunda década del siglo XXI, han surgido movimientos populistas que rechazan abiertamente los ideales de la Ilustración.
Los movimientos contrailustrados
Cito a Pinker hablando de los movimientos contrailustrados:
“Son tribalistas en lugar de cosmopolitas, autoritarios en lugar de democráticos, desdeñosos hacia los expertos en lugar de respetuosos hacia el conocimiento, y nostálgicos de un pasado idílico en lugar de esperanzados respecto de un futuro mejor.”
Nada más nacer el movimiento ilustrado surgió un contramovimiento: el romanticismo. Pero ha habido muchos otros movimientos cuyos ideales chocaban con la Ilustración: la fe religiosa, el colectivismo, el nacionalismo, los paladines de la justicia social, los ecologistas románticos, los intelectuales de la segunda cultura y los agoreros de la decadencia. Pinker se lamenta; ya tenemos bastante con nuestros principales enemigos: la entropía, las carencias humanas debidas a nuestro origen evolutivo y la ignorancia como para tener que lidiar también con estos movimientos.
La idea de que la ciencia y el conocimiento pueden usarse para mejorar la vida de la gente es vista por desdén por muchos intelectuales. Al parecer el ideal de que el bien supremo radica en usar el conocimiento para fomentar el bienestar humano deja fría a la gente.
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Javier Gutiérrez Saldaña dice
Buen resumen de la primera parte.
Sólo decir a los que necesitan el porqué de estas afirmaciones de Pinker, se lea el libro. Es gordo pero ameno de leer, y si te animas a apuntarte a la Biblioteca Polymata lo discutimos entre todos, que seguro que hay temas discutibles.
Val Muñoz de Bustillo dice
Gracias Javi! 🙂