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La Verdad vs las verdades
Uno de los efectos colaterales del éxito de la película es que dio nombre al Efecto Rashomon, usado en antropología, sociología y otras ciencias sociales.
El término es usado frecuentemente en distintos ámbitos de las ciencias sociales para referirse a situaciones en las que existen distintas visiones de una misma realidad siendo todas ellas posibles. Cada persona tiene su propia versión de la realidad, determinada por su pasado, sus vivencias, sus deseos y sus creencias. El Relativismo es la corriente filosófica que abraza esta idea. Nos dice que existen verdades pero, para el relativista convencido, no podemos hablar de verdades absolutas sino que hay que enmarcarlas en contextos concretos. Por ejemplo, el infanticidio puede ser moralmente reprobable para un español del siglo XXI pero no para ciertas tribus amazónicas en determinadas circunstancias.
Depende de cómo se interprete esta idea puede sonar extraña para muchos. ¿Cómo que hay diferentes verdades? ¿Entonces no hemos de aspirar a una verdad absoluta?
Los ciegos y el elefante
Hay una parábola hindú que ilustra muy bien el mensaje de Rashomon pero desde un enfoque diferente.
En un pueblo de la India hay varios ciegos que se enteran de que han traído un elefante al pueblo y quieren saber cómo es. Cada uno de los ciegos se acerca al elefante por un lado. El que está en la trompa dice: “este animal es como una rama gruesa”. El que está tocando un colmillo dice: “no, más bien es como una espada”. El que está tocando la cola les reprocha a ambos: “no tenéis ni idea, es más parecido a una serpiente”. Un vecino vidente que pasa por ahí les dice divertido: “calmaos, en realidad todos tenéis razón y al mismo tiempo estáis equivocados”.
La moraleja de esta historia es que cuando abordamos temas complejos somos como los ciegos del pueblo. Cada persona solo ve lo que tiene frente a él y es incapaz de ver el conjunto por sí solo. En algunas versiones de esta parábola los ciegos conversan entre ellos compartiendo sus conocimientos de lo que van descubriendo mientras tocan al animal. Gracias a la colaboración, todos acaban sabiendo cómo es un elefante en realidad.
Como puedes observar, esta historia no manda el mismo mensaje que Rashomon porque aquí sí existe una verdad absoluta: el elefante. Y se puede llegar a ella observando y compartiendo información.
Por contra, en la película de Kurosawa, podemos pensar que el director nos está insinuando que no existe una verdad objetiva. Es como si te estuviese diciendo: la verdad la eliges tú. Rashomon transmite la idea más radical del relativismo, mientras que la historia de los ciegos y el elefante nos advierte de lo estúpido que es pensar que la visión del mundo de un solo individuo es completa y real. Nos habla de un mundo complejo en el que es necesario colaborar para acceder al conocimiento real.
La subjetividad de la mente
Si existe una idea en la película japonesa que me parece valiosa es la de la naturaleza subjetiva de la mente humana. Kurosawa transmite este mensaje de una manera casi cómica, porque las versiones de los personajes son tan distintas que no podemos dar crédito, nos parece absurdo. Pero esta historia no debería resultarnos tan ajena. Todos hemos tenido de amigos a una pareja que, tras su separación, nos contaron sus versiones de por qué lo habían dejado y a menudo eran relatos totalmente distintos. Y ya no te cuento si te metes en Twitter a ver los mensajes de partidos políticos rivales sobre una misma medida política. De ahí la importancia que le dan muchos antropólogos al estudio de la subjetividad y a situar los hechos en una cultura o un momento histórico para poder comprenderlos.
Para explicar mejor esta idea es interesante analizar dos posturas muy diferentes sobre el impacto que supuso la subida del salario mínimo (SMI) que tuvo lugar en España en el año 2019.
Hace unos meses el Banco de España publicó un informe estimando que la subida del SMI habría supuesto una pérdida potencial de hasta 170.000 puestos de trabajo. El economista Juan Ramón Rallo publicó un vídeo en el que se hacía eco de este informe señalando que España no estaba sobrada de empleo como para tomar medidas que creasen más paro.
En el otro lado estaba Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y Economía Social, señalando que más de un millón de trabajadores se habían visto beneficiados con la subida del salario mínimo.
Rallo puso el foco en una parte de la realidad: la pérdida potencial de empleos. Seguramente porque sus ideas, en contra de la intervención estatal en la economía, están en desacuerdo con este tipo de medidas. En el vídeo mencionó muy por encima la mejora de la situación salarial de muchos españoles, pero principalmente se centró en la pérdida de empleos.
Por su lado, los miembros del gobierno que habían defendido la subida del SMI, se enfocaron en la mejora en la calidad de vida de cientos de miles de trabajadores y quitaron peso a la pérdida potencial de empleos. Algunos incluso llegaron a arremeter con ira contra el Gobernador del Banco de España intentando desprestigiar su informe a través de un ataque a su persona.
Desconozco la realidad de la cuestión, pero creo que ambas partes podrían acercarse a la verdad analizando lo que dice la otra. De esa manera, es probable que llegasen a la conclusión de que la medida tiene sus luces y sus sombras y que lo que hay que tratar de entender es el impacto neto global en vez de enmarcar el discurso para adecuarlo a sus creencias o intereses.
Los límites del relativismo
El relativismo tiene muchas cosas positivas. Nos ayuda a ser un poco más humildes y asumir las limitaciones de la comprensión humana. Nos invita a tolerar a los diferentes y a darnos cuenta de que no es fácil juzgar desde fuera. El relativismo bien llevado, me sugiere, que lo que es bueno para mí quizás no lo sea para otros. Cuando echas la vista atrás y observas los infinitos cambios culturales de los últimos milenios, y ves las diferencias en los gustos, tradiciones y valores de distintas etnias, naciones y grupos sociales, no puedes evitar ser un poco relativista.
«¿Que es la verdad? Para la multitud, lo que continuamente lee y oye ”
Oswald Spengler
El inconveniente de estirar demasiado esta forma de pensar es que llegas a situaciones absurdas rápidamente. Hoy por hoy cualquier persona razonable de un país occidental estará de acuerdo en que cada uno puede profesar la religión que desee. Es decir, no hay una religión superior a otra sino que cada persona practica la que considera mejor o la que ha mamado en su casa. Yo no creo en ningún dios, pero respeto las creencias y los hábitos del musulmán, del cristiano y del budista. No se me ocurriría decirles en qué deben creer, cómo deben vestir o qué rituales deben practicar. Sin embargo, la cosa cambia si me plantean qué me parece que una tribu amazónica practique el infanticidio. O que en Somalia a las niñas se les mutile el clítoris. O que en Arabia Saudí, hasta 2019, las mujeres no pudieran conducir.
En el fondo de todo esto subyace la idea de que la moral no es infinitamente relativa y que hay cosas que son malas aquí y en la China, hoy y hace 10000 años. Aunque la tortura, la esclavitud y la subyugación de la mujer hayan sido prácticas habituales durante la mayor parte de la historia, eso no significa que pueda justificarse con la típica frase de “eran otros tiempos” o “es que no entendemos su cultura”.
Algo parecido ocurre con aquellos que se pasan de frenada y afirman que no existe la verdad, sino que cada uno tiene la suya. Estas posturas extremas tienen un grave problema de fondo: si no hay una verdad, ¿para qué buscarla? Si cada uno tiene su propia verdad, ¿para qué necesitamos a la ciencia?, ¿para qué necesitamos los tribunales de justicia?, ¿para qué vamos a debatir o intentar convencer al otro de que nuestra postura es la correcta?
Los críticos de los relativistas nos recuerdan que la verdad está ligada a la práctica, y la acción concreta exige valorar el acierto o el error como algo real. Para poder encarcelar a ladrones y asesinos, primero necesitamos fijar unas reglas claras de lo que está bien y lo que está mal. Y por supuesto, para construir un puente necesitamos dar por buenas las leyes de Newton.
“Debemos desafiar el relativismo que nos dice que no hay bien o mal, cuando cada instinto de nuestra mente sabe que no es así, y es una mera excusa para permitirnos entregarnos a lo que creemos que podemos salirnos con la nuestra. Un mundo sin valores se convierte rápidamente en un mundo sin valores «
Jonathan Sacks
Mi punto de vista es que el debate no debe irse a los extremos sino que debe situarse en la zona gris. Algunas preguntas pertinentes que muchos nos hacemos son: ¿pueden las ciencias sociales llegar a certezas claras sobre el comportamiento de personas y sociedades?, ¿pueden los historiadores estudiar el pasado de forma objetiva sin ser influidos por sus sesgos o por los sesgos de los testimonios?. ¿Podemos juzgar como bueno o malo el aborto de un feto de una semana?, ¿y de un mes?, ¿y de cinco meses? ¿Es moralmente reprobable que una mujer se prostituya por decisión propia si necesita el dinero para cuidar de sus hijos?
Este son el tipo de cuestiones que realmente nos dividen. Algunos tienen posturas firmes y dicen tener la verdad de su lado, otros mirarán para otro lado y no se mojarán y otros dirán que todo depende del contexto, de la cultura o de la persona. Yo creo que lo sencillo es recurrir al relativismo o mirar hacia otro lado, pero eso no nos empujará hacia el progreso. Filósofos, pensadores y científicos deben dedicar su empatía, su intelecto y su razón a ayudarnos a comprender lo que es bueno y lo que es verdad. Sabiendo que nunca llegarán al destino, pero que su labor es necesaria para empujarnos hacia él. Así ocurrió cuando el capuchino Francisco José de Jaca denuncio la esclavitud de los negros en el siglo XVII. O cuando Platón defendió la igualdad natural del hombre y la mujer hace ya 2400 años.
“Respecto a las mujeres, declaramos que sería preciso poner sus naturalezas en armonía con la de los hombres, de la que no difieren, y dar a todas las mismas ocupaciones que a los hombres, inclusas las de la guerra, y en todas las circunstancias de la vida.”
Platón
Así, el relativismo habita en territorios oscuros donde todavía no hay claridad. Un esclavista del siglo XVII podría haber cuestionado los razonamientos del capuchino Francisco José de Jaca argumentando que sus razones eran suyas, que la esclavitud siempre había existido e incluso que la biblia no la condena. Pero las razones pesan y con los siglos la verdad se acaba revelando.
Es probable que haya cuestiones que siempre permanezcan sumidas en niebla y donde la subjetividad prevalezca. En muchos casos es lo deseable, porque la diversidad de gustos hace el mundo más interesante. Pero en otros, tendremos que definirnos, salir de nuestra visión interesada, sesgada y provinciana del mundo para aceptar que hay cosas que son ciertas y otras que no, que hay cosas que son buenas y otras que no.
Ponlo en práctica
Hoy quería hablarte sobre el efecto Rashomon y la verdad por su propio interés intrínseco, pero hay algunas ideas en este ensayo que puedes poner en práctica:
- Nunca te fíes al 100% de lo que te dice una sola persona. Los seres humanos somos tremendamente subjetivos por lo que habla con otras personas, comprueba los hechos y haz una análisis crítico de sus razonamiento antes de sacar tus conclusiones.
- Acepta la duda. Las cosas humanas son generalmente más complejas de lo que pensamos. Mantener cierto relativismo cognitivo en cuestiones como la psicología, sociología, política y antropología puede ser sano.
- La mejor herramienta que tienes para acercarte al conocimiento de lo real es un buen estudio sistemático de otros estudios (meta-análisis). Usa Google Scholar para buscarlos. La Ciencia (que no los científicos), ha sido diseñada para poder ver el elefante en su totalidad. Por eso solo aquello que pasa su filtro está acercándose a la realidad. Nunca podrás estar seguro de alcanzar la verdad, pero será lo mejor que tengas.
- Desconfía de los que te digan que la racionalidad no tiene nada que decir sobre la ética o la moral. Tiene todo que ver. Una moral que no puede sustentarse en unos principios sólidos y en el razonamiento lógico es arbitraria y sospechosa.
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