Así de primeras, poner en cuestión si somos capaces de tomar decisiones por nuestra cuenta, es decir, de tomar decisiones con libertad, parece una de esas preguntas con respuesta obvia a la que sólo un filósofo profesional le dedicaría más de un minuto. Al fin y al cabo, ahora mismo me encuentro escribiendo este artículo porque hace media hora he decidido ponerme a ello en vez de echarme la siesta. He elegido libremente.
Peeero, si te has molestado en investigar algo sobre el tema lo que habrás encontrado es sorprendente: muchos filósofos y científicos niegan la existencia del libre albedrío. Éste, dicen, sólo es una ilusión de nuestra mente y nosotros no somos más que marionetas que observan sus peripecias creyéndose humanas.
Durante mucho tiempo me he encontrado en la incómoda situación de sentirme con libertad para actuar mientras que mis conocimientos cada vez me hacían dudar más de esa libertad. Al fin me he puesto a investigarlo en serio; te cuento lo que he descubierto. Abre tu mente 😉
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Somos libres
Empecemos por lo que nos dice nuestra intuición. Desde que tengo uso de razón he estado tomando decisiones importantes: dejar mi casa para ir a estudiar a Salamanca, irme a vivir con mi antigua novia a Madrid, entrar a trabajar en consultoría, montar mi primera empresa, dejar mi antigua empresa para fundar Polymatas… Estas son unas pocas de las millones de decisiones que llevo tomando desde que tengo uso de razón.
¿Acaso no es el libre albedrío una de las características humanas que nos diferencian del resto de animales? Se suele decir que los animales no humanos se guían por instinto y que no se paran a reflexionar, mientras que nosotros sí lo hacemos (o al menos algunos). Esta capacidad única nos la proporciona la corteza prefrontal, un área del cerebro que evolucionó muy tarde y que sólo se ha desarrollado en algunos mamíferos.
Cuando en Bigthink le preguntaron a Steven Pinker, psicólogo cognitivo y uno de mis referentes intelectuales, si existía el libre albedrío dijo lo siguiente:
“Creo que existe el libre albedrío, pero con eso, no quiero decir que haya algún proceso que desafíe las leyes de causa y efecto. Como dijo una vez mi colega Joshua Greene, no se trata de que cada vez que tomas una decisión ocurra un milagro. Así que no creo eso. Creo que las decisiones se toman por procesos neurofisiológicos en el cerebro que respetan todas las leyes de la física. Por otro lado, es cierto que cuando decido qué decir a continuación, cuando elijo un elemento del menú para cenar no es lo mismo que cuando el médico me golpea la rótula con un martillo y mi pierna se mueve sola. Es un proceso fisiológico diferente. Usamos el término ‘libre albedrío’ para identificar al proceso más deliberativo, más lento y más complejo mediante el cual se selecciona el comportamiento en el cerebro.”
Pinker no está solo; otro de mis referentes, el físico y divulgador Carlo Rovelli dice lo siguiente en su pequeña gran obra Siete breves lecciones de física (libro que, por cierto, es el primero de la Biblioteca Polymata):
“Cuando decimos que somos libres, y es cierto que podemos serlo, eso significa que nuestros comportamientos vienen determinados por lo que sucede en nuestro propio interior, en el cerebro, y no se ven constreñidos por el exterior. Ser libres no significa que nuestros comportamientos no estén determinados por las leyes de la naturaleza: significa que vienen determinados por las leyes de la naturaleza que actúan en nuestro cerebro. Nuestras decisiones libres están libremente determinadas por los resultados de interacciones fugaces y riquísimas entre los miles de millones de neuronas de nuestro cerebro: son libres cuando es la interacción de estas neuronas la que las determina.”
Quizás ahora estés pensando… ¿y qué hay del determinismo? ¿es compatible con el libre albedrío?
El determinismo es la postura filosófica que afirma que desde el nacimiento del universo todos los eventos que han ocurrido y ocurrirán están determinados por las leyes inmutables de la física y, por lo tanto, si tuviésemos el conocimiento de todas estas leyes, el estado inicial del universo y un ordenador suficientemente potente, podríamos simular “la historia del universo”. Cada movimiento de las estrellas, cada brizna de viento, cada división celular, cada beso, cada movimiento sísmico; todo lo que ha ocurrido y ocurrirá podría ser conocido. Dicho de otro modo; según el determinismo el destino está escrito, vivimos dentro de una película que ya ha sido rodada, solo que nosotros pensamos que podemos cambiar el final (cuando en realidad no podemos hacerlo).
Tu duda sobre la compatibilidad entre el determinismo y el libre albedrío es legítima; si el destino y cada uno de los eventos futuros ya están escritos, ¿qué libertad de acción me queda? Según Pinker, Rovelli y otros pensadores brillantes como Daniel Denett, el determinismo y el libre albedrío son perfectamente compatibles. Por este motivo se les llama compatibilistas,
Pero cómo, ¿me estás diciendo que el futuro está escrito, que todo lo que ha ocurrido y ocurrirá es y será de la única forma que puede ser….? ¿y que aún con todo soy libre?
Sí. Actuamos con libertad cuando el entorno no restringe nuestras acciones. Si alguien me pone una pistola en la cabeza y me pide la cartera, no estoy siendo libre. Si me meten en la cárcel y sólo puedo salir al patio una hora al día, están limitando mi libertad. Pero cuando nada ni nadie está forzando mis movimientos o mis pensamientos, entonces soy libre. Al menos esta es la postura de muchos compatibilistas modernos. Dicho de otro modo, soy libre cuando mis deseos y mis acciones están alineadas.
NO somos libres
En realidad no somos libres. ¿Cómo podríamos serlo si cada momento de la historia: la revolución francesa, el descubrimiento de América, tu nacimiento, el 12-1 contra Malta y todos los eventos que han sucedido en cada lugar del universo ya estaban escritos cuando ocurrió el Big Bang? O incluso antes…
Si lo que ocurre en cada instante depende de lo que ha ocurrido en el instante anterior, si cada uno de los movimientos de cada átomo y cada quark están regidos por férreas leyes inmutables de causa y efecto, ¿cómo demonios podrías ser libre?
¿Crees que eres libre porque eliges comerte un bocadillo de hummus en vez de un yogurt con arándanos? En realidad lo haces porque te gusta más el hummus. ¿Y por qué te gusta más? ¿Eres capaz de decidir lo que te gusta? ¿Eres capaz de viajar atrás en el tiempo hasta el momento en el que decidiste que te gustaba más el hummus que el yogurt?
Veamos un típico ejemplo de cómo nos dejamos seducir por la atractiva idea del libre albedrío. Pensemos en aquellas personas que alardean de su gran disciplina y capacidad de trabajo y que por eso les va bien en la vida (no como al resto). ¿Eligieron ellos ser más disciplinados? Digamos que sí. Pero ¿por qué deseaban ser más disciplinados? Puede que sus padres lo fueran y eso les animase a seguir su ejemplo. ¿Eligieron ellos a sus padres? Por otro lado, puede que simplemente sus genes les dotaron de una mayor capacidad para asimilar el estrés y eso les permite trabajar más horas bajo presión cuando otros terminan desquiciados y exhaustos. ¿Eligieron ellos sus genes?
Vale, vale, pero ¿qué hay de esos momentos de reflexión y análisis de los que hablabas antes?, esos en los que el sistema lento y reflexivo del cerebro está en plena acción. Vale, imagina que estás preparando el presupuesto de tu empresa. Mientras lo preparas haces un análisis minucioso de costes y beneficios para asignar el dinero disponible. Al menos, eso es lo que crees. La realidad es que muchas las decisiones que tomamos están influidas por procesos inconscientes en los que no reparamos. El resultado final podría verse influido por tus niveles de glucosa, las horas que has dormido, tu cortisol en sangre, tus niveles actuales de testosterona, el aspecto físico de los directores de cada departamento, el feeling que tienes con ellos, la mosca que te está incordiando desde hace veinte minutos, etc, etc, etc. Todos ellos son factores de los que no eres consciente pero que impactan de un modo determinante en el resultado final de tu trabajo. ¿Hasta qué punto has realizado el presupuesto con libertad?
La sensación de libre albedrío proviene del desconocimiento de las causas. Tu mente está construyendo en todo momento una historia con sentido en la que ella, (o sea tú), está dirigiendo su propia vida, en la que hay explicaciones, razones y causas lógicas para cada elección de cada encrucijada; cuando en realidad, eres el espectador y no el actor. Diversos experimentos apuntan a que entre medio segundo y varios segundos antes de que “nosotros” tomemos una decisión, nuestro cerebro ya podría haberla tomado.
Fíjate en que distingo “nosotros” de “nuestro cerebro” porque es importante hacerlo. Cuando hablo de “nosotros” o de “yo”, me estoy refiriendo a mi consciencia. El yo que experimenta. El cerebro hace muchas cosas de las que nunca tenemos consciencia, que pasan desapercibidas para el ojo de la mente (aunque eso no significa que no influyan en ella). El cerebro es responsable de que tu corazón lata a un ritmo más o menos constante, de que respires aun sin darte cuenta y también de que te muevas sin tropezar mientras estás absorto en tus pensamientos.
No dirías que eres tú quien decide que tu corazón lata más deprisa, ni que decide si te asusta un ruido repentino y tampoco que decide si una chica te gusta o te causa rechazo. Normalmente usamos el verbo “decidir” cuando hablamos de actos conscientes. Pero la realidad es que el mundo inconsciente es vasto e influye todo el tiempo en nuestra mente consciente.
Sam Harris deja claro en su pequeño ensayo Free Will que el libre albedrío no es más que una ilusión muy persistente y que “si pones atención a tu vida interior, verás que el surgimiento de elecciones, esfuerzos e intenciones es fundamentalmente un proceso misterioso.” La posición de Sam Harris y otros incompatibilistas se fundamenta en que si el mundo está determinado, entonces no hay lugar para el libre albedrío.
¿Por qué creemos que podemos decidir?
Incluso científicos e ingenieros que no creen en la astrología ni en la homeopatía y que se sienten orgullosos de su mente analítica y racional, están convencidos de que actúan libremente. Es decir, afirmarán que cuando eligieron comprar el coche rojo lo hicieron con libertad y que podrían haber elegido el coche azul. El racionalista Eliezer Yudkowsky cree que esto se debe a lo mucho que nos cuesta interiorizar que nuestra mente es material; que no hay ningún homúnculo ni alma que tome las decisiones.
Esa mente que experimenta el mundo, ese “yo” que crea la narrativa de lo que soy, es tan solo un amasijo de neuronas interconectadas mediante corrientes electroquímicas. Cada neurona está formada por moléculas y éstas a su vez por átomos. En lo más básico no hay diferencias entre tu mente y una piedra. Tus neuronas obedecen las mismas leyes físicas que las moléculas de la piedra y no hay un alma inmaterial que interactúe con ellas porque, para hacerlo, el alma debería ser un ente material (y entonces, ya no sería un alma).
Así que, cabalgamos la vida con la intuición de que hay un cerebro por un lado y, por el otro, un “yo” (homúnculo, alma o lo que sea). Y que ese “yo”, es el que a veces toma las riendas y ejerce la libertad, siempre y cuando no encarcelen su cuerpo o le pongan una pistola en la cabeza. Para Pedro y para María es tan difícil imaginar un universo sin libre albedrío como imaginar un universo cuántico o el interior de un agujero negro.
La responsabilidad
Si los filósofos llevan milenios debatiendo sobre el libre albedrío es por algo. Las implicaciones de que exista o no son de máxima relevancia para la moral y el derecho. El mérito, la culpa, la responsabilidad e incluso la maldad están en juego. A fin de cuentas, ¿quién puede culpar a un asesino de matar si su destino estaba escrito incluso antes de haber nacido? Este asunto preocupa a muchos filósofos y juristas porque nuestros sistemas morales ancestrales (y los más recientes sistemas jurídicos) se fundamentan en la presunción de que podemos elegir. El asesino tendría que haber podido pasar de largo en vez de disparar su pistola.
Según la encuesta anual que lleva a cabo PhilPapers, 9 de cada 10 filósofos apuesta por la existencia del libre albedrío. En mi opinión, muchos filósofos se resisten a matar al libre albedrío porque creen que eso haría del mundo un lugar peor. Y puede que tengan razón… Hay estudios que sugieren que cuando las personas dejamos de creer en el libre albedrío nos comportamos peor. Aunque cuando se analizan todos los estudios sobre el tema, estos resultados no se corroboran.
Volvamos al asesino. Si este pobre hombre no podía actuar de otro modo, ¿merece un castigo? Nuestra mente primitiva dice que sí a gritos. Sin embargo, la posibilidad de habitar un universo determinista sin ningún tipo de libre albedrío, nos invita a ser prudentes.
Según Sam Harris, el asesino debe ser apresado porque una persona que mata a otra podría volver a hacerlo y necesitamos protegernos. Sin embargo, nos propone cambiar el modo en el que vemos al asesino. ¿No es acaso una víctima de sus propias circunstancias, una víctima de su destino? Deberíamos temerlo, pero no odiarlo. El agresor debería ser encarcelado, pero no torturado ni matado. Debemos ponernos a salvo, sí, pero el castigo innecesario y vengativo es inmoral en un mundo sin libertad. Harris piensa que ser conscientes de la falta de libre albedrío nos convierte en personas más compasivas.
Por otra parte, si la voluntad, la rectitud, el esfuerzo, el autocontrol y todas esas virtudes tan humanas y tan valoradas por todos no son más que una consecuencia necesaria de las leyes de la física, ¿qué valor moral debemos atribuirles? ¿Te das cuenta de por qué este es un tema tan espinoso? El mérito pierde brillo porque ya no es “tuyo”. La suerte ha hecho que emergieras en el cuerpo adecuado y tú has sido un mero acompañante de tu destino.
¿Paradoja resuelta?
Siento si he jugado un poco contigo en este artículo. Quería mostrarte que tanto la afirmación “el libre albedrío existe” como su contraria son ciertas. Como decía Wittgenstein, la mayor parte de los debates filosóficos se solucionarían si se definiesen bien los términos, y la cuestión del libre albedrío no es la excepción.
Creo que los compatibilistas tienen razón cuando afirman que seguimos siendo libres aún si nuestro destino está escrito. Mientras no haya circunstancias que limiten nuestras acciones, podemos elegir y lo hacemos cada día. Y lo más importante, somos responsables de nuestras acciones. Esta definición de libre albedrío es de uso corriente y es cierta en la medida que yo podría abrir la puerta de mi casa, bajar las escaleras y salir a la calle ahora mismo y nada ni nadie me lo impediría. Esta visión sobre la libertad es necesaria para el funcionamiento de la sociedad porque crea los incentivos adecuados para que hagamos lo correcto y nos responsabilicemos de nuestros actos. Sabemos que nos premiarán si nos portamos bien y creamos valor para la sociedad y que nos castigarán si nos portamos mal.
Por su parte, los incompatibilistas también tienen razón. Si definimos libre albedrío como la posibilidad de haber hecho otra cosa en el pasado distinta de la que hicimos, entonces el libre albedrío no existe (al menos no si crees en un universo determinista). Finalmente no salí a la calle, así que en realidad no podría haber salido. En mi opinión, esta visión menos intuitiva de la libertad es necesaria para que la sociedad sea más compasiva con la suerte de los menos afortunados y que los que hemos nacido con buenas cartas nos sintamos más agradecidos.
Antes de terminar, una aclaración
Durante el artículo he abrazado la tesis determinista: que la realidad está determinada de antemano. Sin embargo, no hay consenso al respecto y hay muchos filósofos y científicos que no apoyan el determinismo. Y más desde el descubrimiento de la mecánica cuántica y el Principio de Indeterminación de Heisenberg. Pero bueno, en este artículo no quería liar más la madeja, así que si te interesa que profundice en la cuestión del determinismo, dímelo y escribiré un artículo próximamente.
Ángel Vallejo dice
Hola Val.
Muy interesante y bien condensado, a pesar de la complejidad del problema. Por supuesto que sería importante que tratases el tema desde el punto de vista de la mecánica cuántica, aunque ya sabes que el resultado es el mismo: sustituir el determinismo por el azar solo pone nuestra libertad en manos de otro amo inexorable. Pero aquí simplemente me gustaría dejarte un libro para tu biblioteca sobre el tema, que contradice los experimentos sobre la decisión que toma el cerebro «antes» de que actuemos. Se llama Libres, de Alfred R. Mele. Es muy cortito y clarificador: https://www.casadellibro.com/libro-libres-por-que-la-ciencia-ha-rebatido-la-existencia-del-librea-albedrio/9788494580536/6000160
Val Muñoz de Bustillo dice
Hola Ángel, gracias por tu comentario.
He visto referenciar a Mele en varios artículos, pero no he leído nada suyo. Gracias por la recomendación.
Un saludo!
Rubén dice
No hay necesidad de llegar a una conclusión final. Lo que verdaderamente importa es el hecho de interrogarnos al respecto. Por lo general los seres humanos abordan este tema sin reflexionar, y desde el punto de vista del interés personal (vamos, como casi todo, desde un punto de vista irracional, emocional diríase). Recuerdo la exageración a la que llegan partidarios del libre albedrío en la novela de Diderot, Jacques el fatalista, y tampoco iremos a decir que nuestro destino está escrito desde el momento de nuestro nacimiento, aunque si lo miramos desde un punto de vista clásico, griego, el destino es algo difuso que encaja bien con la realidad, y es difícil sustraerse de ese destino marcado por nuestras circunstancias.
Espero haber contribuido a enredar un poco más la madeja.
Saludos
Val Muñoz de Bustillo dice
Gracias por tus comentarios, Rubén 🙂
Ignacio Milani dice
Muy bueno! muchas gracias por compartir esta info
Lorenzo Navidad Cobo dice
Sobre los experimentos hay uno del 2019 que viene a demostrar que quizás para decisiones sin importancia o casi arbitrarias sí se puede predecir, pero que cuando la decisión es importante no.
https://elifesciences.org/articles/39787
Y parece que cuando la decisión es de verdad deliberativa y no simplemente decidir darle a un botón no se puede predecir
¿Sam Harris ha comentado algo sobre esto en su podcast?
Gracias
Val Muñoz de Bustillo dice
Hola Lorenzo! Perdona por tardar tanto en responder tu comentario, se me había pasado.
Pues la verdad es que no tengo ni idea de si Harris ha comentado algo al respecto. Le preguntaré a Santi que se ha escuchado todo lo que ha hecho Harris 🙂
Un abrazo y gracias por la referencia.