Las adicciones consumen la vida del adicto. Se vuelven el centro de su vida, hasta el punto de dejar de lado todo lo demás: familia, amigos, pareja, hobbies. Los destrozos de las adicciones se hacen evidentes en clásicos modernos como Trainspotting o Requiem for a dream. Esqueletos andantes rodeados de pis y jeringuillas, madres que dejan morir a sus bebés… Es impensable comparar la adicción a las drogas con algo tan familiar como las redes sociales, pero, ¿hasta qué punto pueden las redes sociales llevarnos a pozos oscuros? Vamos a verlo.
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¿Cuántos adictos hay?
Según el análisis publicado hace apenas dos meses en la revista Medical Research Archives, Alejandro L. Mujica y sus colegas estiman que el 10% de la población mundial es adicta a las redes sociales. Este número hay que cogerlo con pinzas porque todavía no hay un consenso de qué es la adicción a las redes sociales. Algunos estudios apuntan a que ese número podría estar alrededor del 5% y otros más laxos apuntan que hasta el 25%.
¿Qué es una adicción?
Una adicción es una rutina repetitiva sobre la que sentimos que no tenemos control y que produce una gratificación instantánea pero nos perjudica a largo plazo. Según esta definición, tan amplia, una adicción no tiene por qué venir acompañada del consumo de sustancias. Si sales a la calle y le preguntas a la gente, te dirán que es un abuso de una sustancia o un comportamiento.
Por su parte, psicólogos y psiquiatras necesitan un criterio preciso y compartido para hacer sus diagnósticos. Con este fin se creó el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM por sus siglas en inglés). A día de hoy, la última versión del manual (DSM-5), que salió en 2013 no tiene entre sus páginas ninguna entrada relacionada con las adicción a las redes sociales.
Hasta hace unos años, cuando un médico hablaba de adicciones se refería a adicciones a sustancias: cocaína, anfetaminas, heroína, crack, barbitúricos, alcohol, etc. Solo con la publicación del DSM-5, se aceptó que un trastorno del control de los impulsos, la ludopatía, era en realidad una adicción. Es decir, oficialmente, el único comportamiento que se considera una adicción es el juego. ¿Qué pasa entonces con las adicciones al sexo, las compras o los videojuegos? Según el manual, estos comportamientos no son adicciones; sino trastornos del control de los impulsos.
Sin embargo, la inclusión de la ludopatía en la categoría de adicciones en el DSM-5 podría ser el pistoletazo de salida para que otros trastornos del comportamiento empiecen a considerarse adicciones. Se ha visto que algunos de los circuitos cerebrales que se activan en adicciones a sustancias son similares a los que se activan en un adicto a las redes sociales o al sexo (ver estudio). La realidad es que, muchos de los comportamientos que podemos encontrar en un adicto al tabaco o a las anfetaminas también los vemos en una persona adicta a las redes sociales.
Mi sensación revisando la literatura que hay sobre la adicción a las redes sociales es que muchos psicólogos están pasos por delante del DSM-5 y cada vez está más aceptado que algunos trastornos del comportamiento son adicciones.
El comportamiento del adicto
Tendemos a pensar que una persona adicta es aquella que está obsesionada con algo. Pero desde el punto de vista clínico, un adicto tiene que cumplir seis requisitos para ser diagnosticado como tal. Según Griffiths, para que un comportamiento sea considerado una adicción, los requisitos son los siguientes:
Lo domina todo
El comportamiento se convierte en el centro de la vida del adicto. Por ejemplo, David se pasa el día pensando en qué estarán diciendo sus seguidores de Instagram y si habrán hecho un me gusta a sus últimas fotos. Es decir, aunque David no esté todo el día en redes sociales, no dejará de pensar en ellas. Al llevar las redes sociales en el bolsillo, el adicto sabe que en cualquier momento puede chequearlas y solo si se queda sin móvil empezará a tener ansiedad.
Regulador del humor
El adicto usa su adicción como una vía rápida para sentirse mejor. Puede ser para conseguir un chute de motivación cuando está apático o aburrido, para relajarse cuando está preocupado o para escapar de una situación cuando se siente estresado. Lo primero que hace David cuando discute con su pareja es encerrarse en el cuarto y ponerse a navegar por Instagram. Eso le calma y le ayuda a pensar en otra cosa.
Incremento de la tolerancia
Cuando uno se convierte en adicto, el comportamiento o actividad que antes le satisfacía, deja de hacerlo. Para sentir lo que sentía necesita “aumentar la dosis”. Es una carrera hacia ningún lugar porque el estímulo necesario para sentirse como antes aumentará con el tiempo. David antes se conformaba con revisar Instagram varias veces durante el día pero, en cierto momento eso ya no le llenaba y empezó a consultarlo de madrugada, cuando se desvelaba; luego empezó a llevarse el móvil al baño y en cierto momento incluso empezó a hacerlo cuando quedaba a comer con amigos, en los semáforos, en el trabajo…
Síndrome de abstinencia
Los adictos se sienten mal física y psicológicamente cuando no pueden satisfacer su adicción. Algunos monos, como el de la heroína, tienen fama de ser terroríficos. Aunque a niveles completamente diferentes, el síndrome de abstinencia también puede darse en adictos al móvil o las redes sociales. David recuerda el fin de semana sin móvil en la sierra con su padre como unos días largos y duros. Sentía ansiedad, estaba muy irritable y le costaba centrarse en cualquier actividad. Solo podía pensar en lo que se estaba perdiendo, en sus amigos de Instagram y en lo insípido que le parecía todo lo demás.
Conflictos
Una señal evidente de que podemos estar cayendo en una adicción es que nuestro entorno nos empieza a dar toques de atención. Sara, la novia de David, llevaba meses amenazándole con dejarle si no empezaba a estar más presente. Su jefe le llamaba constantemente la atención porque no dejaba de chequear el móvil. El propio David empezó a ser consciente de su enganche y su incapacidad para dejarlo lo que le hacía sentirse culpable y frustrado.
Recaídas
Cuando el adicto es consciente de que lo es y del daño que le está provocando su situación, es habitual que intente dejarlo. Desgraciadamente, otra característica de las adicciones es que cuando se intentan abandonar, suele haber recaídas. Después de que su jefe le despidiese por sus continuas distracciones, David decidió cerrar sus cuentas de Instagram y Twitter. Tras un mes sin usarlas estaba empezando a retomar su vida, pero en ese momento Sara le dejó. David cayó en depresión y reabrió su cuenta de Instagram para intentar llenar ese vacío en que se había convertido su vida.
Ya hemos visto las principales necesidades básicas que explotan las redes sociales y por qué tienen tanto éxito. Ahora vamos a ver cuál es el ingrediente secreto por el que son tan adictivas.
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¿Cómo sé si soy adicto?
Según el psicólogo Mark Griffiths, para que un comportamiento sea una adicción desde el punto de vista clínico, deben cumplirse los seis requisitos mencionados: dicho comportamiento es el centro de tu vida, lo usas para regular tu estado de ánimo, cada vez necesitas más para sentirte como antes, te provoca conflictos con los demás y/o contigo mismo, cuando lo dejas tienes tienes el mono y cuando intentas dejarlo recaes una y otra vez.
Como puedes ver, desde un punto de vista clínico, una adicción es algo extremo. Puedes pasar horas en redes sociales todos los días y aún así no ser considerado un adicto porque no te provocan ningún conflicto y no sientes dominen tu vida. ¿Significa eso que no debes hacer nada por reducir su uso?
Aunque no todo uso excesivo se acaba convirtiendo en adicción, no hay adicción sin un abuso previo, por lo que creo que es mejor estar alerta y moderar su uso si vemos que las redes empiezan a ser el centro de nuestro mundo. Además, muchas horas conectado pueden estar privándote de «las cosas buenas de la vida» como pasar tiempo con tus amigos, ir al monte con tu perro o jugar con tus primos a juegos de mesa. También podrían eliminar por completo el tiempo para no hacer nada, pensar y aburrirte; hábitos necesarios para fomentar tu creatividad. Pero bueno, hoy no voy a profundizar en el coste de oportunidad del uso excesivo de las redes sociales porque estamos hablando de adicciones.
¿Qué hacer si soy adicto?
Si te reconoces en estos comportamientos o sospechas que tu hijo, un amigo o tu pareja podrían tener un problema de adicción, lo mejor es dirigirse a un profesional. Afortunadamente poco a poco van surgiendo profesionales y centros especializados en este tipo de adicciones. Que todavía no sea habitual que la gente vaya al psicólogo por estos temas no debe echarte para atrás; como todo nuevo problema, tarda tiempo en reconocerse y calar en la sociedad. Es posible que muchas personas sigan pensando que no existe la adicción a las redes o que no es grave. Cada uno es libre de pensar lo que quiera pero la realidad es que existe y que puede llegar a ser un problema importante para mucha gente.
Hay pocos estudios relacionados con el tratamiento de la adicción a redes sociales, pero te enlazo a la página 136 de este libro sobre adicciones a conductuales donde te explican brevemente en qué podría consistir un tratamiento de un adicto a Facebook.
¿Y si no soy adicto pero siento que las redes se están apoderando de mi vida?
Aunque no estés entre el 10% de adictos clínicos, es probable que estés, como yo, entre los que dedican más tiempo del que les gustaría a las redes sociales y sienten que no tienen del todo el control. Igual echas en falta más tiempo en paz, quieres dedicarle más atención a tus hijos o simplemente pasar tiempo sin hacer nada. También es posible que eches de menos aquellos tiempos en que ibas por la calle observando a tu alrededor sin estar pendiente de las notificaciones de WhatsApp y sentías un mayor dominio de tu atención. ¿Y qué me dices de ver una película entera sin echar un vistazo al móvil?
Luchar contra la fuerza arrolladora de los móviles y las redes sociales es muy complicado porque se han infiltrado en todos los ámbitos de la vida. Incluso mi padre, que ha renunciado a tener un smartphone, acaba usando el de su mujer.
Afortunadamente, Tristan Harris, antiguo diseñador de ética de Google, hace tiempo que se dio cuenta de que había un problema generalizado con el uso de la tecnología, especialmente entre los adolescentes. Y desde 2018 está promoviendo un mejor uso de las redes sociales a través de su fundación Center for Human Technology. Tristan Harris y su fundación se hicieron muy conocidos por el famoso y controvertido documental de Netflix The Social Dilemma que ha sido visto por más de 100 millones de personas.
Esta organización sin ánimo de lucro proporciona todo tipo de recursos a jóvenes, tecnólogos, educadores y políticos para promover un uso más racional y ético de las redes sociales. Lo hace dando información sobre cómo ganan dinero las redes sociales, explicando cómo mantienen cautiva tu atención, qué efectos tiene el uso abusivo de las redes en tu cerebro, etc. Por otro lado, te ofrecen herramientas y estrategias para reducir su uso. Por ejemplo, te enseñan cómo poner límite de uso a las aplicaciones, cómo saber cuánto tiempo diario les dedicas, te enseña cómo crear un diario de control, etc. La cantidad y calidad de la información que puedes obtener en este sitio es increíble, el único problema es que está en inglés. Si no lo dominas: botón derecho sobre la página y traducir al español.
Últimas reflexiones
En el primer capítulo de la serie explicaba cómo las redes sociales han sido diseñadas para ser adictivas. Sin embargo, eso no las convierte necesariamente en adictivas. La adicción es un fenómeno complejo que depende de factores genéticos y ambientales diversos. Se sabe por ejemplo, que las personas extrovertidas tienden a ser más adictas a las redes sociales.
Uno puede pasar dos o tres horas al día en Youtube y ser perfectamente feliz y funcional, es decir, que dedicar mucho tiempo a las redes no es un sinónimo de ser un adicto. La adicción es algo serio y destructivo que va terminando poco a poco con todo lo que no es ella misma y para colmo nunca nos satisface. Por este motivo el principio de prudencia es el que debe primar. Si no eres adicto pero sientes que estás perdiendo el control, es un buen momento para entrar en la web del Center for Human Technology y aplicar algunas de las estrategias que sugieren. Si por el contrario, sientes que ya has pasado la línea roja, no dudes ni un minuto en pedir ayuda a un profesional.
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