Durante mi vida habré leído cientos de libros de no ficción. Siempre con el objetivo de disfrutar, pero también de aprender. La verdad es que por lo general tenía la sensación de que con el tiempo olvidaba casi todo lo que leía y eso me frustraba mucho. Hablando con mis amigos lectores, vi que no era el único al que le pasaba. Y es que uno de los mayores miedos del amante de la lectura es olvidarlo todo con el tiempo.
Gracias a un curso que hice en la comunidad privada de Farnam Street pude confirmar mi peor pesadilla: estaba leyendo mal. El curso se llamaba El arte de leer y hacerlo fue iluminador. Poco después leí ¿Cómo aprendemos? de Hector Ruíz Martín, al que entrevisté en (Entre Polymatas). En ese momento comprendí que si quería seguir el camino del polímata tenía que hacer cambios importantes.
Desde entonces he cambiado radicalmente mi manera de leer. Si tú también eres un lector empedernido y leer es para ti más que un mero entretenimiento, este artículo puede cambiar tu vida. ¡Vamos a ello!
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Lecciones de Schopenhauer
Arthur Schopenhauer, el archiconocido filósofo alemán, dedicó su ensayo Sobre la lectura y los libros a reflexionar sobre el acto de leer.
Su visión sobre el lector compulsivo era bastante crítica. Pensaba que había que leer menos y reflexionar más. Si siempre estabas leyendo te quedaba poco tiempo para pensar.
El filósofo alemán afirmaba que cuando leemos un libro es el autor quien piensa por nosotros. Y que quien se acostumbra a que otros piensen por él, pierde el hábito de pensar. Es como un jinete que va a todos lados con su caballo, con el tiempo perderá la habilidad para andar. Llegó a decir que prefería al hombre que trabaja con sus manos que al eterno lector, ya que el primero al menos tiene tiempo para perderse en sus pensamientos.
Las palabras de Schopenhauer destilan sabiduría porque la clave del conocimiento no es la lectura sino la reflexión. Sin nueva información no podemos ampliar nuestro conocimiento, pero leer no es suficiente. Es más, puede llegar a convertirse en un impedimento, ya que la clave es reflexionar sobre lo que hemos leído y para ello, necesitamos tiempo, tiempo con nosotros mismos, alejados de la voz incesante de nuevos autores.
El filósofo también arremetía contra los malos libros, que en su opinión eran la mayoría. Libros cuyo único fin era ganar dinero y que, por ello, estaban dirigidos a las masas. Decía que no pasarían el juicio del tiempo. Según él, solo una docena cada siglo merecían realmente la pena. Hay que tener en cuenta que Schopenhauer vivió entre los siglos XVIII y XIX, antes de la prolífica industria editorial contemporánea. Quiero pensar que en la actualidad se publican grandes libros todos los años.
Schopenhauer entendió muy bien el coste de oportunidad de leer malos libros porque los libros pueden comprarse con dinero, pero el tiempo no. Además, decía que leer un mal libro era destructivo para nuestra mente. Esto va en la línea de lo que expone Nassim Taleb en Antifrágil: consumir mucha información disminuye la relación entre señal y ruido, lo que puede llevar a provocarnos confusión en vez de hacernos más sabios.
Yo no soy tan categórico como ellos, de hecho he leído muchos malos libros y de algunos he sacado cosas interesantes, pero creo que sus enseñanzas son fundamentalmente valiosas.
Seleccionar los mejores libros es el primer paso hacia el conocimiento. Por lo general las novedades no van a ser las mejores opciones. Por el contrario los clásicos han pasado el filtro del tiempo por lo que probablemente sean un buen comienzo por donde empezar a buscar.
A grandes rasgos creo que los clásicos son un buen lugar por donde empezar a buscar, la mayoría de los clásicos han perdurado porque tienen una calidad muy alta, pero cuidado, no siempre son la mejor opción para adquirir conocimientos. Algunos se convirtieron en clásicos porque fueron relevantes en su momento pero parte de sus ideas están superadas o tienen un estilo y lenguaje difícil para el lector casual. Dependiendo del tema que queramos estudiar, es posible que tengamos que recurrir a libros modernos. Por ejemplo, si queremos aprender de evolución, podemos leer El origen de las especies de Darwin, pero necesitamos complementarlo con libros más modernos que lo completen y corrijan.
Qué libros leer
Antes compraba libros de manera compulsiva y no te voy a engañar, ahora todavía lo hago, sobre todo cuando estoy de bajón. Supongo que para mí comprar un nuevo libro es como para otras personas comprar ropa o ir a comer un helado.
Además, sentía que cuando compraba un libro tenía que leerlo de principio a fin. Me sentía culpable si lo dejaba muerto de risa en la estantería aunque no me acabase de gustar. Incluso a veces me engañaba a mí mismo diciéndome que el libro no estaba tan mal mientras me torturaba obligándome a terminarlo.
Mi forma de seleccionar los libros era completamente inconsciente. Solía dar un paseo por La Casa del libro o la Fnac, por las secciones de no ficción y me dejaba seducir por las portadas y los títulos. Ojeaba un poco un libro y si tenía buena pinta, “pa la saca”. Como podrás intuir, a menudo no era lo que esperaba y lo peor es que casi siempre me obligaba a terminarlo.
Imagina la cantidad de tiempo y dinero desperdiciado en libros mediocres…
Si eres como yo, no te preocupes, creo que es lo normal. Es difícil luchar contra el marketing, las ediciones de lujo, las novedades y el vacío existencial 😉 Y si te sientes cómodo así no lo cambies, el simple placer de deambular por la librería ya merece la pena.
Ahora bien, si tu principal objetivo es ser un poco más sabio cada día y quieres hacer el camino del polímata te sugiero algunos pequeños cambios en tus hábitos de selección.
Pregúntate cuál es el objetivo del libro
Si tu objetivo es aprender, pregúntate qué quieres aprender. ¿No sabes nada sobre filosofía política y buscas un libro de acceso? ¿Tienes conocimientos básicos y quieres profundizar en el comunismo y el marxismo? Marcarte un objetivo te ayuda a no dejarte llevar por libros que te van a contar lo mismo que ya sabes o que son muy atractivos pero se centran en temas que no quieres abordar ahora.
Compra libros adecuados a tu nivel
Toda mi vida me he forzado a leer libros que estaban por encima de mis capacidades. Es una pérdida de tiempo. En el artículo Por qué la sobrecarga cognitiva arruina tu aprendizaje lo explico en profundidad. Cuando lees un libro que tiene muchos conceptos desconocidos tu carga cognitiva aumenta y tu aprendizaje disminuye. Al contrario también pasa. Si te compras el enésimo libro de filosofía liberal y ya conoces la mayoría de las ideas, no aprenderás.
Da preferencia a los clásicos
No me detendré aquí porque creo que Schopenhauer fue muy explícito. Lo normal es que un clásico sea un buen libro. Si no lo fuera, no habría resistido el paso del tiempo. Por contra, es probable que una novedad sea mediocre. Y nuestro objetivo es leer solo grandes libros. La clave está en buscar clásicos actuales, es decir, que sigan siendo vigentes. Un clásico no tiene que ser un libro de hace 100 años. Empresas que sobresalen de Jim Collins tienen solo un par de décadas y ya es un clásico.
Lee reseñas antes de comprar
Buscar entre los clásicos es una buena idea, pero también hay libros malos entre ellos, al menos malos para el objetivo que tienes en mente. Ponte que buscas un libro que te enseñe estrategia empresarial paso a paso, en ese caso Empresas que sobresalen no es la mejor opción. Mis dos fuentes de reseñas son Goodreads y Amazon. Echa un ojo, principalmente a las reseñas malas ya que te pueden dar una pista del motivo por el que no deberías comprarte el libro.
Cómo leer un buen libro
Pongamos que ya tienes un gran libro entre tus manos. Libros como La Tabla Rasa, La Mente de los Justos o Compórtate… todos ellos pueden cambiar quién eres, literalmente.
Es emocionante si lo piensas. Con una inversión de 20€ y unas cuantas horas de tu tiempo puedes absorber los conocimientos de los grandes genios de la historia de la humanidad. La pena es que eso no suele ocurrir.
Yo antes leía ensayo como el que lee una novela. Sobre todo leía antes de dormir, incluso echado en la cama. Rara vez leía más de unas pocas páginas antes de caer rendido. Supongo que no hace falta que te lo diga, pero leyendo así no aprendía.
Para empezar tenemos que cambiar el chip, si estamos leyendo para aprender necesitamos una actitud de estudio. No estudiamos en cualquier lado y de cualquier manera, por eso tampoco debemos leer así.
Busca una hora del día en la que estés fresco y con un buen rato por delante sin distracciones. Ponte cómodo, pero no demasiado. Hazte con un bolígrafo, una libreta y a por ello.
Lo más importante de todo es el boli. Vamos a cambiar nuestra forma de leer de un modo pasivo a un modo activo y el bolígrafo será nuestro aliado. Tomar notas, subrayar y dibujar es una gran forma de mantenernos activos y atentos a lo largo de la lectura.
"Es emocionante si lo piensas. Con una inversión de 20€ y unas cuantas horas de tu tiempo puedes absorber los conocimientos de los grandes genios de la historia de la humanidad." Clic para tuitearAntes de empezar
Para extraer el máximo de un libro te ayudará saber algo sobre él antes de leerlo. Puede parecer extraño, pero prepararnos para lo que vamos a leer nos ayudará a aprovechar la lectura.
En primer lugar pregúntate ¿cuál es la tésis del autor? ¿qué me quiere contar? Esa información suele venir en la contraportada y, más en profundidad, en la introducción del ensayo. Si has leído reseñas también te habrás ido haciendo una idea de lo que vas a leer. Durante este proceso has creado unos cajoncitos en tu cabeza que irás llenando durante la lectura. Algo que yo no suelo hacer pero que también es conveniente es echar un vistazo al índice para comprender la estructura del libro. Esta parte es especialmente importante si no vas a leer el libro entero.
¿Pero qué dices? ¿Cómo no voy a leer el libro entero?
Te entiendo, a mí también me parece un poco sacrilegio leer un libro a trozos. Pero si tu objetivo es aprender con la mínima inversión tiene todo el sentido del mundo. Si has comprado un libro para aprender estrategia empresarial y empieza con varios capítulos donde habla de estrategia militar, puedes pasar perfectamente de esos capítulos sin que tu objetivo de aprendizaje se vea afectado. Muchos libros de divulgación y empresa tienen el vicio de incluir demasiados ejemplos y anécdotas de relleno.
Empezar a leer los libros a cachos exige desacralizar el libro como objeto de veneración. Si ves un libro como un medio y no como un fin no tendrás problemas en hacer este cambio de enfoque. Eso te liberará enormemente porque verás que no hace falta leerlos al completo y, de hecho, no hacerlo suele ser lo más inteligente.
Durante la lectura
Ya has elegido un buen libro, conoces la tésis del autor, has revisado el índice y elegido los capítulos que te interesa leer. Ahora comienza lo bueno: leer… bueno, no, estudiar.
Leer no creo que sea el verbo más adecuado para lo que debes hacer si quieres recordar un libro de por vida. Estudiar es más apropiado.
Leer es una actividad pasiva, estudiar es activa. El problema que tengo con este verbo es que para mí tiene una connotación negativa. Nunca me ha gustado mucho estudiar. Seguramente porque no estudiaba lo que me gustaba ni como me gustaba. Para más inri cuando estudiaba de chaval mi objetivo era solo aprobar los exámenes, no aprender. Si te pasa como a mí, no uses esa palabra. Hablemos de lectura reflexiva. La reflexión requiere esfuerzo cognitivo. Nos pide que comprendamos lo que estamos leyendo, que busquemos ejemplos, que comparemos y que seamos críticos. Todo ello es necesario para aprender de verdad.
¿Significa eso que tomando notas y subrayando mientras escribo voy a aprender? No. Subrayar y tomar notas puede ayudarte a mantener la atención sobre el texto pero también te puede hacer pensar que estás haciendo una lectura reflexiva cuando que lo que estás haciendo es transcribir lo que dice el autor.
Para que la lectura sea reflexiva necesitas PENSAR sobre lo que estás leyendo. Mi recomendación es que subrayes y tomes notas si eso te sirve para mantenerte atento y para repasar en segundas lecturas pero, cuando tomes notas, hazlo con tus propias palabras. Añade preguntas que te surjan, incluye comentarios críticos. Imagina que estás hablando con el autor. Interrúmpele cuando te diga cosas que no entiendes o cuando te diga cosas con las que no estás de acuerdo. Esa actitud de aprendizaje y crítica es la que te hace pensar sobre lo que escribes y por lo tanto la que te ayuda a afianzar en tu memoria lo que estás leyendo.
Los estudios son claros al respecto, lo que no se procesa activamente apenas se recuerda.
¡Ostras Val! pero eso es muy cansado y requiere mucho tiempo. Es cierto que es un cambio de hábito importante porque solemos leer ensayo como el que lee una novela. Pero no podemos leer ensayo al ritmo que leemos una novela. Ni podemos ni debemos. Por eso creo que aumentar la velocidad de lectura es, en la mayor parte de los casos, un error. Lo que tenemos que hacer es leer menos libros (que sean excelentes) y dedicarle más tiempo a cada uno de ellos.
Y ahora es cuando cobra sentido eso que decía Schopenhauer de que “a lo largo de un siglo no se escriben más de una docena de grandes libros”. Imagina que en los próximos 50 años solo pudieses leer seis libros. Tendrías casi una década para estudiar y asimilar cada uno de ellos. En ese caso la lectura reflexiva ya no parece una tortura lenta sino la única forma de alargar al máximo esos seis libros para exprimirlos e interiorizarlos.
Mientras leemos un texto tenemos la sensación, errónea, de que estamos aprendiendo. Cuando leo a un buen autor mi lectura fluye, entiendo lo que me cuenta y siento que estoy aprendiendo. Si me preguntas sobre lo que he leído justo después podré contarte algunas cosas, pero si me preguntas al día siguiente habré olvidado la mitad, y si me preguntas en una semana con suerte recordaré el 20%. Lo repetiré una vez más: no es suficiente leer para aprender, ni siquiera leer reflexivamente. Vaya, pensabas que ya estaba todo dicho, ¿eh? 😉
Resulta que nuestro cerebro sólo recuerda aquello con lo que trabajamos habitualmente, supongo que es una forma de liberarnos de la información que no nos resulta útil.
La señal más clara que le damos al cerebro de que algo es importante es rememorarlo. Osea, traerlo a la memoria de trabajo desde la memoria de largo plazo. Por eso, una técnica muy eficaz para consolidar lo aprendido mientras leemos es intentar rememorarlo después de terminar cada capítulo. Puedes hacerlo en tu cabeza o escribiendo. Hay quien lo hace en su cuaderno de notas. Yo suelo hacerlo en el mismo libro, en los espacios en blanco que hay al final de los capítulos. Es normal que no te acuerdes de todo, así que cuando vuelques lo que recuerdas revisa tus notas para completar tu texto y corregir los errores que hayas cometido. Si leíste mi artículo sobre la técnica de Feynman para aprender cualquier cosa, esto te sonará, porque es muy similar a lo que acabo de explicar.
Hector Ruiz Martín, en su libro ¿Cómo aprendemos? repite una y otra vez la importancia de rememorar para aprender. ¿Por qué casi nadie lo hace? Porque es costoso y pone en evidencia que sabemos mucho menos de lo que pensábamos.
"La reflexión requiere esfuerzo cognitivo. Nos pide que comprendamos lo que estamos leyendo, que busquemos ejemplos, que comparemos y que seamos críticos. Todo ello es necesario para aprender de verdad." Clic para tuitearDespués de la lectura
Has dedicado un mes entero a un libro. Lo has leído de forma reflexiva. Tienes todo el libro con notas, preguntas y has hecho resúmenes de los capítulos. ¿Ya está? ¿Lo recordaré de por vida? Al fin y al cabo eso es lo que prometía el título de tu artículo, Val.
Pues querido amigo/a, me temo que no es suficiente.
Ya hace mucho tiempo se descubrió la curva del olvido que es una ley natural que predice la cantidad de información que perderemos si no la repasamos con posterioridad. Es una ley contra la que debemos luchar si queremos afianzar el conocimiento de por vida.
Después de una gran lectura necesitas usar una y otra vez esos conocimientos para fijarlos definitivamente.
¿Te has fijado en lo que hacen los eruditos? Me refiero a esa gente que cita todo el tiempo a los grandes filósofos y que conocen los nombres de los generales y las fechas de las batallas de la revolución rusa…
Cuando nos maravillamos por su prodigiosa memoria solemos pensar que son unos privilegiados por tener esa gran memoria. Si bien la genética influye en la capacidad para memorizar, fíjate en que esas personas tienen una cosa en común: hablan constantemente sobre los temas que les interesan. Bien porque tienen un podcast, escriben en un blog, asisten a un club de lectura o porque tienen un grupo de amigos frikis, la cuestión es que no se lo guardan para ellos. Si les sacas de sus temas de interés y de sus 5-10 citas habituales no saben mucho más que tú.
Vamos, que a los eruditos les gusta hablar de esos temas y suelen hacerlo con profundidad y detalle. Y cada vez que lo hacen están rememorando. Exactamente lo mismo que te sugería que hicieses al final de cada capítulo del libro que quieres recordar. La diferencia es que ellos lo siguen haciendo días, meses y años después de haber leído sobre el tema. Cuando recordamos algo le estamos diciendo a nuestro cerebro que eso es importante y él toma nota y lo guarda diligentemente. Por el contrario, por mucho que estudies un tema a conciencia, si nunca más vuelves a él lo olvidarás… y más rápido de lo que crees.
Por que quede claro, no te estoy sugiriendo que leas el mismo libro una y otra vez, sino que hables sobre él, que pienses sobre él, que escribas sobre él. Recuerda que leer es una actividad pasiva así que releer, aunque es mejor que no hacer nada, no tendrá el mismo efecto que rememorar. De hecho, lo óptimo es rememorar primero y luego releer el capítulo o notas relacionadas para completar lo que no hayas recordado en un primer intento.
Ponlo en práctica
Este artículo es bastante largo, pero las claves se pueden resumir fácilmente. Si quieres aprender de tus lecturas necesitas cambiar algunos hábitos que puede que te hayan acompañado durante años. No va a ser fácil pero el camino del polímata no lo es 😉
- Lee menos libros. En vez de ponerte metas de leer 50 libros en un año, aspira a interiorizar 5 grandes libros.
- Antes de comprar piensa en qué quieres aprender y dedica tiempo a comprobar si el libro que compras es el adecuado. Elige un libro acorde a tu nivel de conocimientos y recuerda que elegir un clásico suele ser una buena decisión. Lee todas las reseñas que puedas y ojea bien el libro antes de comprar.
- Lee a horas en las que estés fresco y tengas tiempo de calidad por delante. Hazlo con bolígrafo y papel y mantente activo mientras lees: subraya, toma notas, párate a pensar, hazte preguntas.
- Lee con calma. No avances más deprisa de lo necesario. El libro que tienes entre manos te va a cambiar la vida y las cosas importantes requieren tiempo.
- Después de cada capítulo haz un resumen con tus propias palabras y lo que no recuerdes vuelve a leerlo.
- Un buen libro es para toda la vida. Lo llevas en la cabeza, al menos una versión del mismo. Habla sobre él, busca amigos con los que comentar tus aprendizajes, escribe un blog, haz lo que sea necesario para usar tus nuevos conocimientos. Vuelve a tus notas y al libro cuando tengas dudas o quieras repasar conceptos poco claros.
Una vez que cambias tu forma de pensar sobre cómo aprender tus hábitos van cambiando y los resultados aparecen. En ese momento te preguntas qué habías estado haciendo todo este tiempo.
Jose dice
Excelente Val, ni que me hubieras leído el pensamiento. Conocía casi todas las fuentes que citas y recientemente he emprendido ese camino. Ya veremos a donde nos lleva.
Val Muñoz de Bustillo dice
Te deseo un genial camino, Jose 😉
Javier dice
Muy muy buenas indicaciones para fijar y poder usar luego esos conocimientos.
Anteriormente utilizaba la doble lectura, una primera muy rápida donde me quedaba con los puntos que más me llamaban la atención y un idea general del libro. Durante la segunda lectura realizaba una lectura atenta y reflexiva, y si la ocasión lo merece boli y cuaderno. Si la segunda lectura no era muy alejada en el tiempo era muy fácil saltarse la paja o los ejemplos que se suelen recordar fácilmente, por lo que con la segunda lectura aunque más lenta también ahorraba secciones y temas completos
Ahora estoy probando una lectura directamente reflexiva con boli, cuaderno, y con vueltas atrás recurrentes. No me cunde tanto y la verdad es que a veces me cuesta retomar la lectura por la preparación previa mental y de lugar. Pero como siempre, una vez salvado el escollo inicial disfruto con los contenidos que me interesan.
Probaré a hacer unos pocos cambios con los consejos que indicas.
¡Muchas gracias!
Val Muñoz de Bustillo dice
Hola Javi!
Al final se trata de que encuentres tu propio método. Hay unas recomendaciones generales que nos da la ciencia pero cada uno debe conocerse y saber lo que mejor le va.
Un abrazo!
Noemí dice
Excelente artículo que me ha hecho reflexionar🙂. Ahora me toca coger el hábito de rememorar.
Decir que hay un error en las fechas:
«Schopenhauer vivió entre los siglos XVIII y XIV»
Saludos
Val Muñoz de Bustillo dice
Hola Noemí:
Gracias por la corrección, lo cambio.
Espero que consigas el hábito, y mantenerlo que es lo más difícil.
Dani Santi dice
Muy buen artículo Val, me preguntaba si tenías algún perfil en Goodreads
Val Muñoz de Bustillo dice
Hola Dani, gracias.
No, lo uso en modo consulta, solo. Pero en los próximos meses me gustaría empezar con un proyecto que espero sea algo mucho más útil, permanece atento 😉
Chus dice
Buenísimo artículo Val,
Lo comparto con mis seres queridos.
Es una de mis grandes frustraciones. Cada vez leo más con la sensación de que retengo menos y sé menos, lo que conlleva a que lea más…
De verdad, muchas gracias.
Chus
Val Muñoz de Bustillo dice
No te preocupes Chus, nos pasa a todos 🙂
Pero como ves, tiene solución.
Un abrazo!