Inicié esta investigación porque siempre me ha fascinado que la mente pudiese, por sí misma, tener grandes poderes. Recuerdo que uno de los primeros libros de no ficción que leí en mi adolescencia fue “El poder de tu mente subconsciente” de Joseph Murphy, un libro de autoayuda de los años 70. Ahora lo recuerdo con nostalgia, pero también con mucho escepticismo. Mi sensación es que muchos libros de autoayuda exageran el poder de la mente y mezclan lo real con lo mágico y pseudocientífico. Durante los últimos años he leído sobre el cerebro y la conciencia y gracias a ello puedo diferenciar mejor entre lo real y lo irreal.R
Hace más o menos un año, un problema de dolor crónico me hizo reencontrarme con el tema del poder de la mente sobre el cuerpo. Leyendo a Arturo Goicoechea y Lorimer Moseley retomé la esperanza. Entendí que el dolor crónico podía irse igual que había venido.
Estos expertos sobre el tratamiento del dolor crónico están convencidos de que muchas de las dolencias crónicas de nuestra sociedad moderna como las migrañas o el dolor de espalda están, al menos en parte, provocadas por un sistema nervioso demasiado protector. Ambos postulan que, a menudo, tras el dolor crónico no hay daño real, sino un sistema nervioso que “ha aprendido” a tener dolor. Uno desde España y el otro desde Australia, llevan muchos años usando una terapia centrada en educar al paciente sobre los procesos neurobiológicos que hay detrás para que desaprendan el dolor.
En este artículo, mi objetivo es que seas consciente de los increíbles efectos que puede tener la mente sobre el cuerpo y que este conocimiento sea una herramienta con la que puedas jugar y explorar. ¡Empecemos!
El dolor y la mente
Para entender la enorme influencia que tiene nuestra mente sobre el dolor, lo primero que debemos comprender es que el dolor puede tener dos orígenes.
Daño celular. Cuando nuestras células sufren un daño por presión, un agente químico o cualquier otro motivo, los nociceptores (unos receptores sensoriales que responden a estímulos que lesionan los tejidos o que podrían hacerlo) reaccionan a ese daño y mandan señales al cerebro. Y esto es lo importante: es el cerebro quien interpreta las señales y genera la sensación de dolor. Cuando hay daño el dolor tiene una función evolutiva obvia: evitar que se prolongue el suceso que está destruyendo nuestras células. Por ejemplo, si me estoy quemando con la plancha, los nociceptores de mi piel avisan al cerebro, y éste siente el dolor, así que rápidamente manda la orden de apartar la mano.
Sin daño celular. Según Arturo Goicoechea, neurólogo y escritor de varios libros relacionados con el dolor que recomiendo, hay enfermedades como la migraña o algunos dolores de espalda crónicos cuyo origen no se puede asociar a ningún daño celular. Los síntomas son reales, pero después de hacer todo tipo de pruebas a los pacientes no se encuentra ningún daño. Estos síntomas sin explicación médica pueden ser vómitos, dolor intenso, desmayos, diarrea, etc. Para que te hagas una idea de la importancia de este tipo de dolor, en 2017 el 7%-8% de la población tenía dolor de espalda crónico, y el 90% no tiene una causa fisiológica aparente.
El dolor sin daño es el que quiero tratar aquí.
¿Por qué sufrimos dolor si no existe una lesión?
El dolor es una respuesta de nuestro cerebro ante una amenaza, un recurso que tiene para alejarnos de ella. Por lo tanto, puede utilizarlo para alejarnos de amenazas, no solo físicas, sino también psicológicas.
«El dolor es solo la opinión de tu cerebro sobre lo que sucede en tu cuerpo»
Lorimer Moseley
En otras palabras, el dolor que sentimos en la espalda, va a estar condicionado por factores como el miedo que nos provoque la lesión, nuestro nivel de estrés, la importancia que le demos, nuestro estado de ánimo… Ante una misma situación podemos sentir o no dolor, y éste puede permanecer en el tiempo o desaparecer de repente.
Es habitual que después de una lesión, cuando ésta ya ha sanado, el dolor persista. Aparentemente el motivo es que nuestro sistema nervioso “ha aprendido” el dolor. Por ejemplo, puede asociarlo a ciertos movimientos, lugares, cambios de tiempo o comidas.
Arturo Goicoechea trata a sus pacientes de dolor crónico con un método educativo. Es decir, explica al paciente cómo funciona la biología del dolor y cómo su sistema nervioso (no él) está confundido y piensa que hay un riesgo cuando en realidad no lo hay. El doctor Goicoechea afirma que la información que llega a los pacientes a través de los médicos o los medios de comunicación pueden agravar el problema. Esta afirmación, que puede parecer algo extraña, tiene sentido desde el punto de vista del efecto nocebo (el contrario del efecto placebo). Este tipo de tratamiento basado en cambiar la percepción mental del paciente sobre su dolor también es usado por otros médicos como el australiano Lorimer Moseley que escribió un libro muy didáctico sobre el tema llamado “Explicando el dolor”.
La muerte y la mente
Para ver hasta qué punto la mente puede tener impacto sobre nuestro cuerpo, no se me ocurre ninguna manera mejor que hablar del extraño y perturbador fenómeno de la muerte voodoo. Walter Canon bautizó con este nombre a las muertes repentinas provocadas por el miedo extremo. Cannon cuenta el ejemplo de una mujer maorí que murió a las 24 horas después de comerse, sin saberlo, una fruta que provenía de un lugar tabú. También comparte el ejemplo de un joven que enfermó cuando el médico brujo local le apuntó con un hueso, lo que para la gente de la tribu significaba una maldición de muerte. Sin embargo, cuando el agresor le explicó al joven que en realidad no le había apuntado con el hueso, éste se recuperó instantáneamente.
También existen casos modernos documentados de personas que son diagnosticadas con cáncer y que mueren prematuramente, antes de que la enfermedad haya progresado como para matarlos.
Estos son casos extremos de un fenómeno conocido como efecto nocebo. El efecto nocebo se ha identificado en docenas de estudios farmacológicos con grupo de control. Es decir, estudios donde la mitad de los voluntarios toma la medicina real y la otra mitad toma píldoras de azúcar (placebos). Ninguno de ellos sabe en qué grupo está. En este tipo de estudios es muy habitual que algunos de los voluntarios que han tomado el placebo desarrollen efectos secundarios de la medicina real, los cuales se les había comunicado antes de la prueba.
Creo importante resaltar que el efecto nocebo es algo real y tangible, los síntomas que sufren no es algo imaginado, sino que se han medido de forma recurrente.
Si te interesa saber más sobre la muerte voodoo, te dejo recomiendo este excelente vídeo de Antroporama:
¿Cómo puede la mente puede influir en la salud de esta manera?
No se conoce con exactitud todos los mecanismo biológicos que tienen lugar en estos procesos. En el caso de la muerte voodoo, hay varias teorías, casi todas tienen que ver con una sobreactivación del sistema simpático que viene acompañada con la segregación de adrenalina, cortisol y otras hormonas que pueden aumentar el ritmo cardiaco, provocar arritmias, subir la tensión arterial, etc. Este cóctel hormonal podría estar detrás de algunas de estas muertes. En resumen, el miedo extremo genera un estrés extremo lo que a su vez hace que el cuerpo enferme hasta la muerte. Si bien esto es algo poco habitual, todos estamos acostumbrados a sentir los efectos del estrés en nuestro cuerpo: dolores de cabeza después de trabajar, falta de apetito cuando estamos nerviosos o depresión después de una temporada larga de estrés.
Existen también otros mecanismos de la relación mente-cuerpo como el condicionamiento biológico que parecen ciencia ficción. Así es cómo funciona: si tomamos un medicamento inmunosupresor durante un tiempo, para combatir una enfermedad autoinmune y luego lo sustituimos gradualmente por un placebo, de alguna manera nuestro cuerpo es capaz de asociar el placebo con el efecto inmunosupresor del medicamento. En su libro “Cure”, Jo Marchant explica que este tipo de técnicas se están usando de forma experimental para reducir la dosis de medicamentos con graves efectos secundarios para tratar a personas con enfermedades autoinmunes.
El entrenamiento y la mente
Otro de los aspectos que siempre me han intrigado sobre la mente es su capacidad para visualizar cosas que no están ahí, y más en concreto, cómo la visualización puede “engañar” al cerebro y hacerle creer que eso que imaginamos es real. Descubrí la técnica de visualización mental por casualidad, cuando veía un documental donde explicaban cómo los pilotos de caza hacían parte de su entrenamiento, simplemente imaginando cómo volaban. Me pareció fascinante, así que me puse a indagar y descubrí que muchos deportistas de élite también lo hacían.
La visualización mental es algo que hacemos desde que somos pequeños. Los niños se imaginan mundos y personajes con los que juegan a todas horas. Cuando tenía 10 años, recuerdo que pasaba largos ratos imaginando cómo paraba penaltis de forma espectacular (era portero).
Los adultos hemos “profesionalizado” la visualización mental y la usamos en todo tipo de deportes para entrenar habilidad, aumentar la confianza, imaginar estrategias y hasta ¡para aumentar la fuerza! Hay estudios que reflejan cómo imaginar vívidamente que hacemos ejercicios de fuerza nos ayuda a incrementar la fuerza notablemente. Al parecer, cuanto más realista es la visualización y mayor es el esfuerzo subjetivo que hacemos en ella, mayor es el impacto en la mejora de fuerza. Tal y como ocurría en el caso de la mejora de la salud, cuanto más convencida está nuestra mente de algo, mayor parece ser la influencia sobre el resto del cuerpo.
El aumento de la habilidad y de la fuerza después de la visualización parece tener relación con la activación del sistema nervioso en zonas del cerebro relacionadas con el movimiento. De alguna manera nuestro sistema nervioso se entrena con solo imaginar que lo estamos haciendo. Esto se ha demostrado en múltiples estudios y se ha podido comprobar con imágenes por resonancia magnética funcional.
Dos mitos sobre el poder de la mente
Hemos hecho un breve repaso sobre algunas evidencias del gran poder que puede tener la mente sobre nuestro cuerpo. Pero no me gustaría cerrar este artículo sin desmontar dos mitos que ciertos libros y autores con poco rigor científico han difundido.
Tu mente puede curar el cáncer
En el best-seller You can conquer cancer, Ian Gawler sugiere que se curó de un cáncer, al menos en parte, gracias a la meditación, buena alimentación y otras terapias naturales. Si bien este tipo de tratamientos son muy positivos para cualquier enfermedad, no hay evidencias científicas de que puedan curar la enfermedad por sí solos. Sí que hay muchas evidencias de que una buena dieta reduce la probabilidad de tener cáncer y de que la meditación puede tratar el dolor en pacientes de cáncer.
La periodista científica Jo Marchant que ha estudiado en profundidad el efecto de la mente sobre el cuerpo en su brillante libro “Cure”, dice que el efecto placebo provocado por nuestras expectativas y creencias tiene gran impacto en los síntomas, pero rara vez en la causa subyacente de la enfermedad. Tampoco puede influir en los niveles de colesterol o insulina ni matar células cancerígenas, al menos, eso es lo que nos dice la ciencia actual.
Lo que visualizas se convertirá en realidad
En el famoso libro El Secreto, Rhonda Byrne popularizó la ley de la atracción, una ley pseudocientífica que básicamente dice que aquello en lo que crees se hará realidad. La respuesta de la autora Barbara Ehreinreich fue dura y contundente, en su libro Sonríe o muere donde critica la nueva ola de este tipo de libros de autoayuda que han surgido durante las últimas décadas y que promueven el pensamiento mágico entre la población.
Para tener un pensamiento crítico es muy importante no caer en los extremos. Que la visualización sea una herramienta útil para entrenar nuestras habilidades como pianistas, preparar una presentación en público e incluso aumentar nuestra implicación con un objetivo, no significa que si me visualizo siendo rico en 3 años el universo vaya a conspirar para que lo consiga.
Conclusiones
Mente y cuerpo están completamente entrelazados, separarlos es un error. Como hemos visto en este artículo, la mente puede eliminar dolor y también generarlo, tanto si hay un daño físico como si no lo hay. Hemos visto que incluso podría llegar a matarnos.
Ahora sabemos que imaginarnos jugando al tenis puede mejorar nuestro revés y que podemos aumentar nuestra fuerza entrenando en nuestra mente. Personalmente veo estos descubrimientos como una oportunidad para entender nuestra relación mente-cuerpo de otra manera. Yo voy a empezar por aumentar la consciencia sobre el impacto de mis expectativas y pensamientos sobre mi mente y mi cuerpo, creo que ese es un buen comienzo.
Marcos dice
Hola Val.
Me ha encantado tu artículo.
También he leído el libro “El poder de tu mente subconsciente” de Joseph Murphy (lo estoy mirando ahora mismo en la estantería) y comparto tu opinión.
Si bien pienso que tenemos unas capacidades mentales que ignoramos o hemos perdido (en la naturaleza lo que no se usa se pierde) quizás el libro las muestras como fáciles de alcanzar.
De todas formas hace tiempo que lo leí.
Es posible, y así me ha pasado con otros libros, que si lo leo ahora después de mucho tiempo, interprete de otra forma la información que proporciona.
También conozco a Arturo Goicoechea y Lorimer Moseley, debido a mi profesión. Soy osteópata y fisioterapeuta.
Estuve a punto de hacer el recién estrenado curso de Arturo. Pero por varios motivos no fue posible.
En la cuestión del dolor crónico confirmo tus palabras. Existe una epidemia de dolor crónico en la actualidad. Son muchos los factores que va a favorecer el dolor crónico. Es complejo de abordar.
Pienso que mis inquietudes intelectuales son muy parecidas a las tuyas. Por eso lo que he leído en el blog y escuchado en el podcast me resuena mucho.
No me considero un polímata estricto, ya que creo que para serlo hay que tener un cierto dominio de muchas áreas, aunque sí me considero una persona multipotencial.
Es muy interesante el tema de la visualización. Por ejemplo el tema de la imaginería mental es fascinante.
https://www.elsevier.es/es-revista-revista-colombiana-psiquiatria-379-articulo-imagineria-mental-neurofisiologia-e-implicaciones-S0034745014700411
Me interesan muchos temas y siempre intento hacer relaciones entre ellos.
Te seguiré leyendo y escuchando y de nuevo felicidades por el artículo.
Marcos
Val Muñoz de Bustillo dice
Gracias Marcos por tu comentario.
Yo tampoco me considero un polímata, más bien veo al polímata como una aspiración que como un estado. Hay tanto que conocer… En el Renacimiento la cantidad de información era una fracción de la actual, y eso supera a cualquiera 🙂
Un saludo y nos vemos por aquí!
Val
Mónica dice
Buenas! He descubierto tu podcast esta semana y me encanta. Este capítulo en particular me ha gustado mucho. Un apunte: el libro de Jo Marchand sí que existe traducido al español, se titula «Cúrate» y está editado por Aguilar. Como dices, es altamente recomendable.
¡Enhorabuena por tu trabajo de divulgación y sigue así!
Val Muñoz de Bustillo dice
Hola Mónica!
Muchas gracias por tu comentario. Tienes razón, sí existe en español, pongo un enlace por si a alguien le interesa: https://amzn.to/2WaDGdM
Saludos!